Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar. Pasar haciendo caminos, …»; así es como comienza la canción Cantares de Joan Manuel Serrat que, a su vez, acoge el poema Caminante, no hay camino de Antonio Machado. De esta manera, a través de la música y la escritura literaria se expresa, en este caso, el paso de la vida. Es una manera de expresar, exteriorizar y poner palabras a uno de los temas que causan interés e inquietud en las personas. Las obras de arte creadas por este cantante y poeta reconocido, son un ejemplo de las interminables maneras de expresión que las personas encuentran ante la necesidad de nombrar y compartir con sus iguales, en ocasiones, vivencias con una intensa carga emocional. Todas y cada una de las expresiones fueron, son y serán siempre diferentes, aunque traten un mismo fenómeno o hecho de vida.
En este sentido, las personas, también somos únicas e irrepetibles. En cambio, incluso antes del nacimiento, parece ser que nuestra vida ya viene con cierta estructura dada, con un ligero guión ya escrito. Por un lado, esta estructura se origina desde el momento en el que en el proyecto de vida de la unión de dos personas surge el deseo de formar una familia y, en parte, de las expectativas que se generan en torno a esta nueva vida. Por otro lado, debido a la manera en la que la sociedad del momento entiende cómo debe vivirse la vida. Y, en tercer lugar, el inevitable y natural proceso del ciclo de la vida. Pero, afortunadamente, la vida no es un todo o nada, un «tú dices blanco, yo digo negro» como en la canción Blanco y negro de Malú. Las personas somos agentes activos, con potencial y capacidad de tomar decisiones, influir sobre otros y, en definitiva, provocar cambios. Esta capacidad de influencia, independientemente de su impacto, cambia a lo largo de la vida de la persona y perdura aun cuando ésta ya no está. Se podría decir que lo comentado hasta ahora es lo que recoge y representa «La teoría ecológica de Bronfenbrenner». De esta, destaco el primero y el último de los sistemas que este propone y denomina como microsistema y macrosistema. El microsistema entendido como el entorno más cercano de la persona, conformado por aquellas personas con las que se establecen relaciones cercanas, directas y bidireccionales. Y el macrosistema siendo todo lo referente a los valores culturales, normas sociales, leyes y políticas económicas que moldean la configuración y funcionamiento social estableciendo reglas y expectativas en la sociedad.
Partiendo de estas premisas, ante la situación de despedir a un ser querido que ha fallecido, por un lado, este sigue teniendo un evidente impacto en las personas que han conformado su microsistema (familiares, amigos y cuidadores, entre otros) en el momento, días próximos al suceso y en el tiempo proporcional que supone el proceso de duelo ante la pérdida. A pesar de su ausencia, entendiendo la presencia tal y como se ha vivido hasta el momento del fallecimiento, esta persona genera y activa diversos sentimientos, sensaciones y pensamientos.
Personalmente, identifico y destaco un primer estado de bloqueo y choque de realidad, seguido de un proceso de asimilación de lo ocurrido, y una progresiva aceptación y adaptación a la nueva realidad. Dando espacio, durante estos estados, no necesariamente lineales, al dolor y a la tristeza por la pérdida irreversible de alguien cercano, querido e importante. Pero, también dando lugar al agradecimiento, la tranquilidad y la satisfacción. Agradecimiento, por las vivencias compartidas. Tranquilidad y satisfacción, al saber que todo lo que se deseó hacer se hizo a tiempo, cubriendo necesidades propias y, también, de la persona fallecida. Y, además, haber podido comprobar, a lo largo de la acogedora y bonita despedida, que esta persona tuvo la suerte de contar y estar acompañada de muchas personas que de diferente manera le querían, y le tenían aprecio y cariño. Por otro lado, tanto la persona fallecida como las personas del microsistema, siguen viéndose afectadas por el macrosistema, es decir, por esas influencias sociales y culturales, al menos, tiempo seguido al fallecimiento y a largo plazo dependiendo de la constancia de las tradiciones, entre otros. Concretamente, en Antigüedad, a día de hoy se mantiene la tradición de tocar el Clamor haciendo saber que la persona en cuestión ha fallecido. Como en muchos otros lugares, tras el tanatorio, se celebra una eucaristía siendo un claro ejemplo de la influencia de la religión predominante, el cristianismo. De igual manera, se llevan a cabo diferentes actos como el entierro o la incineración y la entrega de flores. Una vez más, siendo todo ello, un reflejo de diferentes formas de expresión a nivel social.
Como ante cualquier pérdida y cambio en la vida, lo aquí presentado supone un proceso de duelo que va más allá de lo evidente y notable como es el fallecimiento y pérdida de un ser querido. Tal y como Marta Martínez Novoa presenta brevemente en su cuenta de Instagram en sus seis publicaciones sobre el duelo con el título de «Duelos de los que nadie te habló». Por lo tanto, un duelo es la pérdida de un familiar por fallecimiento, pero el despedirse de un lugar y personas también lo es. Un duelo es la pérdida de un familiar por fallecimiento, pero tener que cambiar una rutina y aceptar que ya habrá cosas que no continuarán igual también lo es. Un duelo es la pérdida de un familiar por fallecimiento, pero dejar de comer algo que disfrutas mucho también lo es. Un duelo es la pérdida de un familiar por fallecimiento, pero el proceso de reconstruirse, moldearse a uno mismo y aprender a adoptar una perspectiva, quizá algo diferente, en torno a cómo uno concibe y entiende la vida también lo es.
Por ello, me gustaría terminar diciendo que la vida es un baile constante donde, por suerte, puedo, podemos, bailar junto a otros. Cada uno con un estilo de música diferente, con el ritmo que más se ajuste a su persona y le guste, y con los movimientos que desee. Así, dedico estas palabras y doy las gracias a mis padres, a mi abuelo Domi, amigos y demás familia por darme la oportunidad y espacio para bailar junto a ellos. A partir de ahora será un recuerdo eterno y realmente bonito, por haber tenido la suerte de poder vivirlo.