Realmente, Jardinillos, es un parque sin nombre o que su nombre deriva de una denominación popular. Jardinillo no es más que el diminutivo de jardín. De hecho, la palabra jardinillo aparece con frecuencia en la documentación del siglo XIX, haciendo referencia a los pequeños parterres de la plaza Mayor, o incluso a los del Salón.
Los Jardinillos nacen con el ferrocarril. En 1859 el Gobierno aprueba la construcción de una línea de ferrocarril entre Palencia y Ponferrada, adjudicada la obra y explotación a la compañía de ferrocarriles del Noroeste. La línea arrancaba extramuros de la ciudad, justo en el punto donde se encuentra la actual estación.
Para agilizar el proceso, el Ayuntamiento palentino expropió y cedió después, a la compañía ferroviaria, unos terrenos «en forma de cuadrilátero correspondiente al cabildo Catedral situado fuera de la puerta de León, (antes de Monzón), entre la línea del ferrocarril del Norte y el paseo del Cementerio, con los cuales linda por dos de sus lados, … con dos obradas prosimamente de cabida...», en total casi una hectárea, donde se asentarían la Estación, los muelles, los talleres y demás instalaciones.
Se termina la construcción de la estación en 1862 y, en los terrenos enfrente de la misma, propiedad también de la compañía ferroviaria, se diseñó un jardín: unos pequeños parterres eran toda su extensión. De su existencia tenemos constancia por el plano que en 1865 realizó Joaquín Pérez de Rojas. También aparece el jardín en el plano de Palencia que Becerro de Bengoa, incluyó en El libro de Palencia de 1875. En ese mismo libro, en la página 174, Becerro de Bengoa escribe: «En esta parte Norte las cercanías no carecen tampoco de atractivos, en ellas están la elegante estación del Noroeste con sus jardines…». Esa pequeña zona ajardinada fue denominada por el pueblo palentino, desde sus inicios, como Jardinillos que, como hemos expuesto al principio, no era como tal un nombre, sino una descripción, «unos jardines pequeños».
El ferrocarril era uno de los grandes adelantos de la época. A través del ferrocarril llegaban mercancías y viajeros. La zona aledaña a la estación era la primera toma de contacto con la ciudad para los visitantes. Que el viajero, al llegar a Palencia, se llevase una buena impresión, era un objetivo prioritario para el Ayuntamiento, tal es así que 1864, compró los terrenos, entre la estación y la Puerta de León, para construir una calzada que facilitase el tránsito entre ambas. Unos meses más tarde, en marzo, se instalaría, con el mismo fin, el alumbrado.
En 1868 se dio un nuevo impulso a la zona al derribarse las puertas de Monzón (León), con lo que se generó un gran espacio diáfano. Espacio que tenía un gran handicap: en él se instalaba el patíbulo para las ejecuciones públicas, ya que la cárcel se ubicaba en las antiguas dependencias del convento de San Pablo. No resultaba, desde luego, una imagen agradable para el visitante, a pesar de que la sociedad de la época estuviera acostumbrada a las ejecuciones y asistiese como público. Pero, en plena transformación urbana, la burguesía municipal consideraba conveniente alejar esta actividad de la Estación. Por ello el Ayuntamiento solicitó al gobierno cambiar el lugar de las ejecuciones públicas.
Aún así el pequeño y recién nacido parque tenía un serio problema. Era propiedad de la Estación del Noroeste, empresa que entró en crisis en 1868. En 1878 quebró y sus líneas pasaron a manos de la Compañía de Ferrocarriles de Asturias Galicia y León, y en 1885 a la compañía del Norte. La reorganización del sector ferroviario en España, con sus quiebras, compras y fusiones, hacía que el jardín fuese la última de sus preocupaciones, por lo que sufrió un cierto abandono.
El camino hacia la creación de un verdadero parque no comenzó hasta el siglo XX, una vez superados los problemas financieros del sector ferroviario y consolidada la red viaria, los Jardinillos volvieron a ser objeto de atención.
En 1910 la compañía ferroviaria renovó su estación, levantándose un segundo piso destinado a viviendas para empleados, reformándose la fachada y arreglando la planta baja y los andenes.
En 1912, se inauguraba el ferrocarril secundario, conocido popularmente como tren burra, y se construyó una segunda estación, paralela a los jardinillos, lo que convertía este espacio en el núcleo de comunicaciones de la ciudad.
Por otra parte, la explanada que se había generado en esta zona, incluidos los Jardinillos, era un lugar ideal para celebraciones y verbenas, entre ellas la de San Juan. Verbena a la que la infanta Isabel de Borbón, conocida popularmente como La Chata, acudió en la visita realizada a la ciudad en 1914. También, El Diario Palentino del 24 de junio de 1915, ponía de manifiesto el uso festivo de este espacio: «Pues vamos a la explanada/ de las Puertas de León / que aquí no ha pasado nada: / ¡alegra tu corazón! / Si vieras qué farolillos / han puesto allí de colores / hoy están los jardinillos / aquellos, mucho mejores».
No es de extrañar, por lo tanto, que el Ayuntamiento se plantease mejorarla. Para ello, se realizó un proyecto de alineación de los terrenos adyacentes a la Puerta de León, que fue aprobado el 24 de junio de 1914. Poco antes se había procedido, curiosamente, al derribo de la ermita del Rosario, popularmente conocida como de los caracoles, anexa al ábside de San Pablo, que afeaba el entorno.
Tras ambas actuaciones, le tocó el turno a los Jardinillos. El Consistorio se propuso convertirlos en un verdadero parque. Pero, para ello, tenía que contar con la compañía ferroviaria, como propietaria de los terrenos. El primer paso fue posible gracias a Abilio Calderón, quien consiguió que la empresa de ferrocarriles se aviniese a ceder los terrenos a la ciudad, mediante un alquiler a bajo precio. Tras esta gestión, el alcalde, Arturo Ortega Romo, trasladó al Ayuntamiento, el 11 de enero de 1915, la propuesta de alquiler y construcción de un parque «…que con el fin de urbanizar y embellecer el espacioso terreno que sin aplicación de ningún género posee, la compañía de los Caminos de hierro del Norte, en las inmediaciones de su Estación en esta Capital, viene gestionando con aquella la cesión de los mismos á este Excelentísimo Ayuntamiento con obgeto de realizar en ellos un parque que hermosee referidos terrenos, (…) y que con dicho parque se ha de ofrecer un bonito aspecto á la entrada de la Capital…».
En julio de ese mismo año se firmó el contrato por una cuantía anual de 11,84 pesetas. Poco después, el arquitecto municipal, Jacobo Romero, presentó el diseño, que estructuraba el parque en dos zonas: una justo enfrente de la Estación, de forma rectangular, compuesta por unos parterres y otra cuadrada, a la izquierda, recorrida por varios caminos que confluían en el centro, formando ocho triángulos ocupados por zonas verdes. Además, se instaló un templete para las actuaciones de la banda municipal de música, en el punto donde se ubicaba la antigua caseta del guarda.
Terminada la reforma y la ampliación del parque, no hubo inauguración oficial y tampoco se le dio un nombre de forma que, los palentinos, siguieron denominando a esa zona jardinillos, apelativo con el que se habían referido a él desde sus orígenes. Aunque su tamaño ya desaconsejaba esa denominación, la costumbre hizo que se mantuviese.
No obstante, durante los años 20 se realizaron algunas obras que incidieron en el aspecto del parque. En 1923 se derribaron las tapias que separaban jardinillos de la Avenida 1º de julio (actual Simón Nieto), dando mayor amplitud a la zona y eliminando uno de los últimos restos de la muralla (más bien muro). Un año después, el 16 de abril de 1924, el concejal Santiago de la Cuesta, propuso construir un palomar, cuya obra concluyó en diciembre de 1925. Al año siguiente se mejoró el alumbrado eléctrico de la zona, ampliando el número de luces y, en 1927, se proyectó una pasarela de hierro y cemento para salvar la vía.
Los años dorados de Jardinillos. Los nuevos Jardinillos fueron del agrado de los palentinos. El parque se convirtió en lugar de juegos infantiles y de conciertos de música en el templete, especialmente en verano, pero también en fechas señaladas como Navidad y ferias de San Antolín, además de la popular verbena de San Juan. Su atractivo no pasó inadvertido para la iniciativa privada y rápidamente surgieron un quiosco de refrescos y una churrería. En los años 30, junto al quiosco, se instaló un cine de verano, que concitó un gran éxito entre los palentinos, activo hasta 1939. Era tal su atractivo que algunos días se daban dos sesiones, la primera a la 20,30 y la segunda a las 22 horas.
El parque contaba con tal prestigio entre los palentinos que Garrachón Bengoa le dedicó uno de sus poemas: «Claros jardinillos / de la Estación. Hoy juegan / más niños que jugaban / antaño. La arboleda / céfiro blando mueve / bajo la tarde serena. / Huele a rosas. /El Castillo / De San Pablo, amarillea, / Como una esfinge gigante, / al borde la plazuela. / Silba el tren. Un automóvil / Cruza la carretera. / Lleva un rótulo que dice: / Saldaña-Carrión-Palencia».
El trasiego de caballos y carruajes y, poco a poco, automóviles, camino de la estación, junto a la afluencia de personas, sobre todo niños, al parque, generó algunos problemas de tráfico y accidentes. Por ello, el Ayuntamiento prohibió, en 1932, el paso de animales y vehículos por los paseos de los Jardinillos, y desvió el acceso a la Estación por la avenida Libertad (actual Antigua Florida), saliendo por la Avenida 1º de Julio (actual Simón Nieto), pasando por delante de la estación del secundario.
Jardinillos fue también lugar de paseo y refugio de enamorados. Los militares del cercano cuartel de Alfonso XII, que antes de la existencia del parque habían incluso realizado maniobras y ejercicios en la explanada, ahora paseaban «rondando a sirvientas y niñeras». Otras personas se citaban en los jardinillos, a través de la prensa, esperando que su amada o amado, se dignase a aparecer. Así una, suponemos, joven enamorada bajo el pseudónimo de Papuda, le decía a su Papudo: «Sigo sin verte. Te prometí que llegaría día 21 y desde este día no te veo por ninguna parte. Te espero como sabes domingo, Jardinillos estación». Claro que había otras Papudas más afortunadas que sí gozaban de la presencia de sus novios en el parque, aunque a veces sus muestras de cariño resultaban demasiado excesivas para la moral de 1928, a juzgar por las sanciones: «Por la policía de esta capital han sido denunciadas unas parejas que anoche en el paseo de los jardinillos de la estación, no guardaban la compostura debida. Se las impondrá un correctivo gubernativo». Demasiado apasionados sus amorosos arrumacos. Fue, también, espacio deportivo, al convertirse en punto de salida y llegada de las carreras ciclistas, sobre todo a partir de la decadencia y posterior desaparición en 1927 del velódromo ubicado en el actual barrio de María Cristina.
La configuración actual del parque. Jardinillos, tal y como lo conocemos en la actualidad es fruto de una reforma posterior. El punto de partida fue la cesión al Estado, el 11 de julio de 1977, de una gran parcela de terreno para ubicar en ella la actual estación de autobuses, lo que conformará las dimensiones definitivas del parque, al quedar delimitado por todos sus lados.
Fue durante la alcaldía de Francisco Jambrina, cuando el parque adquirió su aspecto actual. En base al proyecto del arquitecto Luis Gutiérrez Gallego, se reformaron los parterres, se introdujeron los estanques con agua, se construyó el pequeño auditorio, y el paseo cubierto, además de ampliar las zonas verdes hasta el aparcamiento de la estación de autobuses. Esta reforma supuso el cierre de la antigua caseta de madera de churros y su desplazamiento a la ubicación actual. En la década de los 90 se cerraría el quiosco Farindondín, que muchos aún recordaran por sus helados y su letrero donde se leía «On parle français».
Bajo la alcaldía de Heliodoro Gallego, se rehabilitó la antigua estación del ferrocarril secundario para convertirla en sede de la Banda de Música; se renovó la iluminación instalando las actuales farolas y se levantó un nuevo parque infantil. Bajo la alcaldía de Alfonso Polanco se ha construido la pista de skate, el aparcamiento disuasorio y la conexión con la estación de autobuses.
En la actualidad un nuevo proyecto va a reformar este entorno. De los pequeños Jardinillos apenas queda rastro. Sólo el nombre, que los palentinos le hemos dado desde su origen, permanece.
*Agradecimientos: A Francisco Jambrina, Heliodoro Gallego y Alfonso Polanco, por responder amablemente sobre las actuaciones realizadas bajo sus mandatos, reseñando las que hemos considerado de mayor relieve. A Julián García Torrellas, por sus aportaciones y sugerencias durante la fase de redacción de este artículo. A Inma San José, del Archivo Histórico de la Provincia de Palencia, por su disponibilidad para facilitar el material gráfico necesario.