Ubicada en el camino de Burgos a Roa, Espinosa de Cerrato es una localidad de calles empinadas y estrechas, ejemplo de la artesanía popular y la arquitectura tradicional de la comarca del Cerrato en la que se sitúa este pueblo que atraviesa el río Franco. Desde hace algunos años, el municipio tiene un nuevo y colorido atractivo, una serie de obras realizadas por Gregorio de la Cruz, que hace un tiempo comenzó a experimentar mezclando colores y pintando naturaleza muerta, así como algunos edificios propiedad de su familia.
Matrimonio o Pareja es el nombre que este amante de los vívidos colores de la obra de Joan Miró ha decidido darle a la que fue su primera intervención. Unas vigas totalmente secas y peladas situadas junto al río a las que De la Cruz decidió dar vida. Lejos de abandonar su obra este vecino de Espinosa que, habitualmente, reside en Madrid ha retocado hasta en tres ocasiones los colores de unos troncos que se han convertido en un reclamo y junto a los que mucha gente aprovecha para hacerse fotos.
«El segundo trabajo fue en una troja frente a la casa de mis padres», explica De la Cruz, a la vez que asegura que los vecinos del municipio se refieren coloquialmente a este edificio como «la casa de los caramelos». De esta forma, el espinosiego ha logrado convertir un simple almacén de enseres que antes era un pajar en un curioso y colorista lugar.
Homenaje al color - Foto: Juan MelladoPero fue el año pasado cuando este hombre, buen dibujante desde su juventud, se inició en el puntillismo, una técnica artistica que, como su propio nombre indica, consiste en hacer una obra mediante el uso de diminutos puntos. Encabezada por el pintor neoimpresionista Georges Seurat, esta forma de expresión apareció por primera vez en 1869 y es la que ha inspirado a De la Cruz a la hora de decorar una panera con un portón muy grande, así como la pared contigua. También la ventana ubicada en la misma fachada destaca por sus llamativos colores.
Este año, los protagonistas de las pinturas de Gregorio de la Cruz han sido una bodega y su propio jardín. «En un pueblo de Castilla, con tanta aridez, adobe y piedra, bien viene un poco de color, y más en estos tiempos de abandono y pandemia», defiende su hermano Vitaliano. A todos estos lugares se suma una casa abandonada en el centro del publo, propiedad de Roque, otro de sus hermanos, un lugar con un trasfondo «tétrico» al que el vecino de la localidad cerrateña ha conseguido darle «alegría y vitalidad».
No cabe duda de que su alma de fotógrafo de naturaleza y su deseo frustrado de haber sido arquitecto, rezuman en una serie de intervenciones que sacan hacia fuera los «matices de colores» que Gregorio de la Cruz lleva «muy dentro», tal y como él mismo afirma. Estamos ante un conjunto de obras, «resultado del esfuerzo y de la paciencia», por las que mucha gente le ha felicitado, «principalmente mujeres», asegura. «Habrá a quien no le guste, pero no me importa», continúa este artista que no pretende agradar a nadie, sino simplemente hacer lo que le sale, «y si eso sirve para que se oiga el nombre del pueblo, mejor».
Homenaje al color - Foto: Juan MelladoEntre quienes han puesto en valor su trabajo también se encuentra un vecino del pueblo al que le ha gustado mucho la alegría que transmiten las intervenciones artísticas y un veraneante vasco que entre risas le ha comentado la posibilidad de hacer una ruta turística por la localidad con sus obras como hilo conductor.
En cuanto a si tiene pensado realizar alguna nueva intervención, De la Cruz responde que sí. «Tenemos una tenada con dos portones que me gustaría serigrafiar con puntillismo. Se trata de una puerta que da a una huerta y que quiero pintar en honor a mi hermano», asegura. Lo que no va a hacer nunca es pintar a cambio de dinero. Eso sí, no le parecería mal crear escuela y que otras personas se animaran a colorear sus propiedades.
ALMA DE FOTÓGRAFO. Gregorio de la Cruz trabajó durante muchos años como relaciones públicas para una compañía aérea, lo que le permitió viajar y desarrollar su afición a la fotografía. De hecho, fruto de sus numerosas vivencias, este pintor autodidacta montó una galería de fotografías en su casa de la que ya se hizo eco Diario Palentino en 2012.
Homenaje al color - Foto: Juan Mellado«Un buen día, tuve la posibilidad de hablar con un cliente, discípulo de Buñuel en México, que se interesó por ver mi trabajo. Él fue quien me animó a volcarme en la fotografía. Me dijo que tenía mucha sensibilidad», recuerda De la Cruz, que tras el cierre de la compañía para la que trabajaba, se convirtió en fotógrafo freelance. «Empecé a trabajar con diferentes instituciones, expuse cinco veces en Madrid y otra en la Diputación de Palencia, y colaboré con la prestigiosa editorial Lunwerg, hoy dependiente del Grupo Planeta», explica al tiempo que destaca entre sus trabajos Madrid 360º, una publicación sobre la Villa Romana La Olmeda y otra sobre paradores de turismo.
De esta forma, el palentino del Cerrato logró convertir su hobby en fuente de ingresos. Hoy, una parte de las imágenes que ha tomado a lo largo de su vida se pueden ver en Espinosa. Tal y como informó Diario Palentinohace ocho años, «las fotos se reparten en tres paredes y son principalmente de temática natural». También están colgados los pósteres de Sevilla que le encargó el Patronato de la ciudad y la colección Ambientes, que recoge cuatro escenas de la provincia de Madrid y otras cuatro de la capital.
La muestra se completa con imágenes tomadas en lugares tan dispares como California, Egipto, el Cañón del Colorado, las Islas Seychelles o Costa Rica, fruto de los viajes que realizó a lo largo de su vida por motivos de trabajo o junto a sus amigos de la Sociedad Geográfica Española.
Más fotos:
La sala del aeropuerto de Barajas, el Jardín Botánico de Madrid, la Montaña de los Gatos, la galería del Palace, el barrio de Salamanca y el propio palacio provincial son los lugares donde el público ha podido disfrutar de las instantáneas de Gregorio de la Cruz, cuyo arte también ha ilustrado postales.