La población de Villaviudas se asienta a los pies del amplio valle que horada el arroyo del Prado que bajando de Baltanás desagua en el río Pisuerga, en la comarca del Cerrato, a escasos 18 kilómetros de la capital palentina.
Villaviudas es una población con el alma dividida: el ayuntamiento y la iglesia pertenecen a la provincia y diócesis de Palencia, respectivamente; es partido judicial de Baltanás y depende judicial y militarmente de la audiencia territorial de Valladolid y de la capitanía general de Valladolid, respectivamente.
El origen del nombre de Villaviudas tiene más de una versión, a decir de los entendidos en la materia. Hay quien dice que obedece al nombre del capitán de la hueste fundadora de la villa, tras la reconquista 'Vibdas o Uibdas'. En una donación realizada en 1182 por Alfonso VIII el de la Navas, se citaba literalmente a la villa como «Villan Vibdas en valle Baltanás», que podía significar 'Villa del repoblador Vibdas'.
La tradicional creencia popular es que tras una cruenta batalla al final de alto medievo que dejó a la población sin hombres, pues las mujeres no iban al frente de batalla, quedaron un gran número de mujeres viudas, entonces apareció la descripción de villa de viudas, de donde se simplificó en Villaviudas.
El solar de Villaviudas ha sido lugar de asentamientos humanos desde épocas muy remotas, como lo certifican los hallazgos arqueológicos encontrados en diferentes parajes de su entorno: un excelente ejemplar de espada de la Edad de Bronce que se cree procede del ajuar funerario de una tumba de esta época, y numerosos restos de una villa romana de los siglos II y III d.C.
Fernando III, luego llamado el Santo, el día 12 de agosto de 1232 en Palencia, otorgó un privilegio rodado por el que liberaba a los vecinos de Villaviudas –cedidos al monasterio de Santa María del Escobar de Torquemada por Álvaro Gutiérrez- de todos los pechos y derechos reales que hasta entonces había devengado. El privilegio fue confirmado en la ciudad de Burgos el día 22 de marzo de 1270 por Alfonso X, luego apodado el Sabio, hijo y sucesor del anterior monarca.
Fernando IV, luego llamado el Emplazado, otorgó un privilegio rodado el día 24 de abril de 1311 en la ciudad de Palencia, por el que revertía el privilegio otorgado por Fernando III en 1232 al ordenar que todos los tributos reales que los vecinos vasallos del monasterio de Santa María del Escobar de Torquemada habían dejado de satisfacer, a partir de entonces volverían a estar obligados a satisfacerlos al monasterio. Esta donación fue confirmada por el privilegio del día 12 de agosto de 1314, firmado por la reina regente, doña María de Molina, madre de Fernando IV y abuela del rey Alfonso XI, de tan sólo dos años de edad, y por el siguiente privilegio emitido por el mismo rey el día 12 de diciembre de 1331, hijo y sucesor de Fernando IV.
Algún tiempo después, el monasterio vendió el señorío de Villaviudas a la reina doña Juana Manuel de Villena, esposa de Enrique II, quien luego de cierto tiempo en su poder, lo devolvía al monasterio el 16 de octubre de 1378.
Privilegios.
Todos los privilegios que la corona había otorgado al monasterio de Santa María del Escobar, fueron confirmados por la reunión de Cortes del reino en la ciudad de Burgos el día 15 de agosto de 1379, con el comienzo de reinado de Juan I.
El día 13 de abril de 1475, don Pedro de Acuña y Albornoz, Guarda Mayor con Juan II y primer conde de Buendía, donó a su segundo hijo, don Pedro de Acuña, el señorío de Villaviudas, Torrecilla, Fuentelcirio, Santa María de la Aldea y Renedo de Baltanás, como parte de las arras de su matrimonio con Teresa Sarmiento, como consta en la escritura de otorgamiento, recogida en la Colección Salazar y Castro, de la Real Academia de la Historia.
El día 15 de enero de 1499, el Concejo municipal de Villaviudas presentó una demando contra don Pedro de Acuña, segundo titular del señorío, por medio de su procurador, Antón de Oro, ante la Real Audiencia de Valladolid, a la que solicitaba que la jurisdicción civil y criminal del señorío perteneciese al rey, reservándose el señor de Villaviudas tan sólo la primera instancia en la villa; imponer como únicas obligaciones de los vecinos las 30 cargas de pan, 102 cántaras de mosto y los 50 maravedíes abonados en la época del señorío al monasterio, asimismo solicitaba la devolución de todo aquello indebidamente incautado por el señor, que el Concejo estimaba en 300.000 maravedíes. El pleito se resolvió en beneficio del demandado, Pedro de Acuña, segundo señor de Villaviudas.
El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, de don Pascual Madoz a mediados del siglo XIX decía sobre Villaviudas:?Consta de 170 casas de mediana construcción distribuidas en calles regulares y mal empedradas, habitadas por 161 vecinos, que ascienden 838 habitantes; una plaza en la que se halla la casa consistorial y el palacio del marqués de San Vicente; la escuela de primeras letras está concurrida por 80 niños y dotada con 2.000 reales; la iglesia parroquial (la Asunción de Nuestra Señora) está servida por un cura de primer ascenso y un beneficiado; son anejos de esta villa: la dehesa de Tablada y el despoblado de Torrecilla; sus campos producen: trigo, cebada, centeno, avena, titos, yeros, lentejas y vino; se cría ganado lanar y mular; caza de liebres, perdices y conejos, y pesca de truchas, anguilas y barbos; y tiene 2 molinos harineros en buen estado. Hoy sólo quedan 345 almas viviendo en el lugar.
Durante muchos años, la viña y su explotación vinícola con múltiples bodegas formaron parte del patrimonio de Villaviudas, pues se dedicaban a la elaboración y crianza de vino con las uvas de los majuelos del pueblo. Hoy en día esta tradición ha desaparecido y son pocos los lagares que permanecen en pie. Actualmente, los vecinos dedican estas estancias a celebraciones particulares, y en ocasiones se festejan hechos típicos multitudinarios, como las pascuas rosquilleras.