Saludar con un gesto es, en mayor o menor medida, entendible para la mayoría de las personas. De hecho, más de un millón de españoles se comunica con las manos. Pero más allá de ese saludo, poco más pueden contarse dos personas si una de ellas es sorda y la otra desconoce el lenguaje de signos.
Para evitar este tipo de situaciones, cada vez son más las personas que deciden formarse para poder desarrollar intervenciones de mediación comunicativa para personas sordas, sordociegas y con discapacidad auditiva, que sean usuarias de la lengua de signos española o que tengan dificultades de comunicación, lenguaje y habla.
Los alumnos del Centro de Formación Profesional López Vicuña de la capital saben muy bien de lo que hablan, aunque muchas veces no sea con sonidos. Casi medio centenar de alumnos ha pasado por sus aulas dentro del ciclo de Mediación Comunicativa que allí se imparte y, a tenor de los resultados y los avances que cada año se incorporan, queda mucho futuro por delante.
El objetivo de esta formación es claro. «Se busca capacitar a las personas para mediar y salvar las barreras que puedan aparecer entre las personas que tienen estos problemas de comunicación y la sociedad, de manera que puedan intervenir o solventar esas diferencias», explica Ana Francos, tutora de Mediación Comunicativa en el centro.
Además, de manera indirecta, también se busca sensibilizar sobre la existencia de este colectivo, que juega un papel importante en centros de educación especial, en colegios e institutos, así como en todo lugar en el que las personas no tengan una independencia lingüística directa.
En el López Vicuña hay ocho profesores responsables de esta formación. A su juicio se está avanzando, pero queda mucho por hacer. «Hay centros adaptados y espacios en los que se facilita esta integración, pero falta. La propia existencia de este ciclo formativo para crear un perfil profesional que pueda ayudar a estar personas, ya es un avance», argumenta Ana Francos. La docente añade que, «hay que tener en cuenta que trabajamos con discapacidades invisibles, por lo que es más difícil saber desde fuera qué necesidades presentan».
La formación de estos alumnos se centra en el sistema de comunicación de estas personas, esto es, en la Lengua de Signos Española, así como en otros alternativos, como pueden ser los pictogramas o los tableros de comunicación, todos ellos utilizados para la integración de estos colectivos.
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