La gratificación del estímulo inmediato, valores como la sensibilidad hacia otros colectivos y la posibilidad de ver diferentes enfoques. Estas son algunas de las razones por las que los jóvenes optan por el voluntariado y que programas como el del Consejo de la Juventud de Castilla y León emplean como gancho para promover el compromiso social de personas de entre 17 y 35 años.
Es el caso de uno de los cursos que han tenido lugar recientemente en Palencia, en el que el técnico Hugo Abel Díez, con seis años de experiencia en el programa y media vida dedicado «por vocación» al voluntariado, colaboró con la Fundación San Cebrián para acercar la discapacidad a doce jóvenes.
Acciones específicas de unas cuatro horas en las que se habla de «qué es y qué no es el voluntariado, derechos y deberes de quienes optan por hacerlo, empleabilidad y qué ventajas tiene para quienes lo eligen». «Esos son los contenidos, que tratamos a través de dinámicas, talleres y juegos diseñados de la forma más atractiva posible», explica Hugo Abel Díez, quien representa al Centro Juvenil Don Bosco de Villamuriel de Cerrato en un equipo técnico en el que también están mSc Scouts, Aspaym y Cruz Roja. El programa actúa como puente para quienes desarrollar el voluntariado y esas entidades, que trabajan con ancianos, niños en exclusión social o personas con discapacidad. Los dos últimos colectivos son los que «más llaman la atención» porque la gratificación del estímulo es «inmediata», comenta Díez, que considera que se aprenden competencias que «la educación formal no da». Además, se trata de «paliar desequilibrios con nuestro granito de arena y el valor más preciado que tenemos, el tiempo».
El equipo detecta una demanda de conocimiento y decide ir por una vía concreta. Con este programa y sus cursos de formación «buscamos reivindicar el papel de la juventud en los proyectos sociales». «Durante la pandemia, se la ha señalado como responsable de muchos males, pero hay otra cara a poner en valor; hay gente solidaria e involucrada», subraya.
La forma de hacer voluntariado e interesarse por él ha cambiado bastante, según Díez, que destaca que los jóvenes buscan proyectos concretos, «con un inicio y un final», como un campamento urbano o una marcha solidaria. Antes, el paradigma era otro: joven involucrado en su parroquia, centro juvenil o asociación de vecinos. «Las motivaciones son distintas: desde mejorar la empleabilidad hasta aprender a trabajar en equipo; es decir, competencias que sirvan para otros contextos. Es por eso que muchos se animan a ayudar», aclara el técnico del programa.
Hugo Abel Díez considera que el tejido poblacional de la provincia se puede dinamizar de otra manera. Ahí entran en juego ellos y sus diferentes vías de actuación. Una pasiva, con su presencia en redes sociales (Twitter, Facebook e Instagram) y la página web, y otra activa, que consiste en acercarse a los jóvenes. «En muchas ocasiones, el movimiento estudiantil es pasivo. Así que vamos a él, por ejemplo en el campus de La Yutera o la Escuela Castilla», precisa. También destaca que, pese a que el voluntariado estaba muy vinculado en sus inicios al movimiento religioso y en Palencia es aún «bastante potente», «se ha abierto mucho al resto de la sociedad».