Qué diferente aquella última presencia del Becerril en La Balastera, en diciembre de 2019, llenando el estadio en el partido copero ante la Real Sociedad. Ayer lo hacía como visitante, pero en este caso en un campo vacío por las restricciones sanitarias.
Los derbis, sean los que sean, suelen ser así, mucha emoción, poco fútbol. Y el de ayer no fue una excepción. Lo del partido de ida, con ese espectacular 3-4, no fue más que una rara avis, una bendita rara avis. Hay tanto conocimiento mutuo que es complicado poder sorprender al rival.
La titularidad de Diego González y la de Dani Hernández en la portería (parece que lo de las rotaciones ha pasado a mejor vida y se ha hecho con la titularidad) fueron las novedades en el once capitalino, con su 4-2-3-1 habitual. Silva, Charly, Abel, Sellés formaban el cuarteto defensivo que se recita de memoria en los locales. Viti y Bueno jugaban en el doble pivote, con Diego González en la media punta, demostrando que es un jugador muy válido y un acertado fichaje; Zubi y Edu ocupaban las bandas, con el exterracampino David arriba.
El Becerril no varió su clásico 4-3-3, transformado en 4-1-4-1 en situación defensiva. Sevi defendía los palos, con Jesús, Sierra, Varo y Diego Martín, en defensa; Carlos jugaba como cabecero con Simal y Blanco en los volantes; Melero y Guti lo hacían en los costados, con Kuko como referencia. Tampoco en el dibujo se sorprendieron los dos equipos palentinos de Tercera.
Los ayer verdes le dejaban la iniciativa a los locales, esperando la mayor parte de las veces en campo propio, presionando arriba en otras contadas, siempre buscando ataques rápidos y contragolpes. No le importaba que el balón fuese local, sabe sufrir sin él. Su planteamiento era que no pasase nada y con el menor desgaste posible. 90 minutos en la Balastera, con sus dimensiones, se hacen muy largos.
Y el plan no le estaba saliendo mal. El balón, era evidente, lo acaparaba el Palencia Cristo Atlético, pero sin sensación real de peligro. De hecho, Sevi apenas tuvo que intervenir, más allá de algún centro. Sin embargo, los locales tampoco sufrían. Recuperaban fácil el balón, tampoco recibían fuego real de los visitantes. Kuko se mató a correr, pero solo ante el peligro. Le faltaba al Becerril el colmillo ofensivo para generar inquietud en el equipo de RubénGala.
El final de la primera parte se acercaba sin ocasiones de gol, ni claras ni oscuras, hasta que llegó el único tanto del encuentro: defensa blanda del Becerril, disparo de Bueno que no parecía entrañar dificultad alguna (en el caso de haber tomado portería, que no parecía) y Melero que desviaba el balón a su propia portería, sorprendiendo a Sevi. Un gol de rebote, que le acabaría dando el triunfo (por otro lado merecido) al Palencia Cristo Atlético y el liderato. Al borde del descanso llegó el único disparo, peligroso, pero no a puerta, del Becerril en todo el partido por medio de Carlos.
Tocaba cambiar de plan, de estrategia, en elBecerril si quería llevarse algo, pero todo pareció igual en la segunda parte, salvo la entrada de Isma por Guti. Esperar atrás y buscar la contra de Kuko. Ir a pecho descubierto hubiese significado dejarse todas las opciones, dada la calidad en las contras y velocidad tras recuperación de la que hace gala el cuadro capìtalino.
Y el Palencia Cristo Atlético se sintió bien en estos parámetros. Si se jugaba a que no pasase nada, perfecto, tenía el marcador a favor. Si el Becerril se abría, podía sentenciar. El único problema para ellos era el resultado ajustado, que pudo aumentarse en un mano a mano de Adri, salvando Sevi. Fue el segundo lanzamiento local en todo el partido entre los tres palos, por ninguno rival.
Buscó más profundidad el Becerril con los cambios, pero apenas hubo variación, el partido lo tenía controlado el Palencia Cristo Atlético, que con su enorme fondo de armario le metió más dinamita, aumentando todavía más la diferencia física. Hubo un posible penalti a favor de los locales, pero quedó en anécdota.