La voladura controlada con 82 kilos de explosivos de la torre de refrigeración de la central térmica de Velilla del Río Carrión representa un paso simbólico, pero de gigante, en la transformación energética de las cuencas mineras, y por extensión de todo el país, hacia una economía «más verde, competitiva y sostenible».
Dentro del proceso de desmantelamiento de la planta, Iberdrola valorizará siete de cada diez toneladas del material resultante (el 70 por ciento del total), tal y como se desprende del protocolo para el desmantelamiento de centrales termoelétricas existente a nivel nacional.
Por ejemplo, el ladrillo y el hormigón procedentes de la demolición de la torre y del resto de estructuras en las que se ha actuado has la fecha, se han empleado en el relleno de galerías, balsas y diferente excavaciones realizadas en el terreno a lo largo de los años, como también se desprende del protocolo anteriormente citado.
ACEROS Y METALES
El acero resultante de todo este proceso en el que está inmersa la multinacional energética, así como el resto de materiales metálicos se destinan, en su totalidad, al reciclaje.
El resto de elementos, como pueden ser maderas, papel, vidrio o plásticos se envían a gestores autorizados para su posterior tratamiento y valorización en plantas especializadas.
Estos trabajos están involucrando a un gran número de proveedores -muchos de ellos locales con un volumen de trabajo superior al que mantenían durante el funcionamiento de la central- y alrededor de medio centenar de profesionales.
Casi la mitad del total procede de empresas contratistas de la central térmica e industrias comarcales; profesionales «altamente cualificados y con amplia experiencia en la ejecución de este tipo de proyectos de gran complejidad técnica», destaca Iberdrola.