Doctor arquitecto por la ETS de Arquitectura de Valladolid y especialista en Derecho, Técnica y Gestión Urbanística por la Fundación San Pablo CEU, José Antonio Hoyuela cursó estudios en el Politécnico de Milán (Italia) con Campos Venutti, y de doctorado (Arquitectura y ciudad) en la Universidad de Valladolid. Experto en Urbanismo, Ordenación del Territorio, Paisaje, Patrimonio Cultural y SIG (Sistemas de Información Geográfica) e IDE (Infraestructuras de Datos Espaciales), ha desarrollado numerosos estudios y proyectos técnicos y de investigación en las áreas de medio ambiente, gestión de recursos naturales y edificación (obra nueva y rehabilitación en España y en Brasil), siempre bajo el paradigma del paisaje sostenible.
El director técnico del Plan Director de los cerros del Cristo y San Juanillo, además, es miembro desde 2016 de Icomos, un reconocido grupo asesor de Unesco desde la convención de Patrimonio Mundial de 1972, y del comité científico internacional de Paisajes Culturales. Además, es secretario del comité científico brasileño de Ciudades y Villas Históricas, así como miembro de los comités de patrimonio cultural, ISCCH y cambio climático, CCWHii, y de arquitectura defensiva, Icofort.
¿Cuándo conoció usted el Cristo del Otero y qué pensó al respecto?
Ya conocía el Cristo del Otero desde hace muchos años. Cuando empecé mis estudios en Valladolid, a mediados de los años 80, la antigua carretera de Santander todavía funcionaba como variante, pues aún no estaba construida la autopista. Por eso, siempre que iba o venía a ver a mi familia pasaba a sus pies y esa imagen se quedó marcada en mi memoria. El Cristo siempre me resultó un monumento curioso, tan alejado del centro de la ciudad, y al mismo tiempo tan conectado con ella. Ahora puedo decir que solo lo conocí de verdad recientemente, cuando empecé a estudiarlo en profundidad en el marco del Plan Director.
Usted es santanderino y arquitecto, ¿qué ve un profesional de fuera en el Cristo y sus entornos que no vemos los palentinos?
No creo que mi origen santanderino me marque tanto en este sentido como mi vocación paisajística, como arquitecto que piensa el territorio y el lugar más allá de lo construido. El Cristo nos eleva sobre la meseta por encima incluso de los páramos del entorno, como ocurre en los acantilados del mar Cantábrico. Podemos decir que es un faro en el centro de la cuenca del Duero. Este distanciamiento nos permite entender bien el paisaje de la cuenca central del Duero, sus ríos y sus riberas, sus cuestas y laderas, sus páramos y sus valles, sus navas y zonas húmedas. Y en días de alta visibilidad, las sierras que circundan y limitan la cuenca, tanto al norte, Picos de Europa, como al sur, el Sistema Central.
El Cristo nos abre el horizonte y nos relaja la mirada, nos eleva, literalmente, sobre la ciudad, sobre el paisaje y sobre el territorio. Además, el Cristo se convirtió rápidamente, en mi memoria, en el símbolo de Palencia, y en una referencia cultural clara en el paisaje, un hito, que despertó mi curiosidad, mi interés y atrajo mi atención. Por eso, la redacción del Plan Director siempre me atrajo tanto. ¡Íbamos a poner en valor el monumento y su entorno!
Usted ha trabajado como consultor de Iphan-Unesco en Río de Janeiro. ¿Qué tiene que aprender Palencia del Cristo de Corcovado? ¿Nos puede servir de guía o ejemplo?
Tenemos mucho que aprender del Cristo Redentor y de Río de Janeiro. En primer lugar, debemos analizar que el Redentor está ubicado dentro de un parque nacional, el más visitado de Brasil con más de 3,2 millones de turistas al año, y dentro de lo que Unesco reconoció en 2012 como Paisajes Cariocas, primer Patrimonio de la Humanidad de Río reconocido por sus valores universales y excepcionales. Hoy tiene ya tres declaraciones ¡y va a por la cuarta!
Río de Janeiro se convirtió con esta declaración de Unesco en el primer paisaje cultural protegido de escala metropolitana y es con esa mirada, con ese filtro, con el que miramos al Cristo del Otero.
En términos de Unesco, existen tres tipos de paisajes culturales, los tres presentes en los cariocas pero también en los cerros del Otero y San Juanillo, en mi opinión. El primero es el paisaje diseñado claramente definido y creado intencionalmente por el hombre, que abarca paisajes, jardines y parques construidos por razones estéticas que, a menudo pero no siempre, se asocian con edificios y conjuntos religiosos o monumentales. Aquí están incluidos el aterro de Flamengo, el paseo de Copacabana o el Jardín Botánico. Mientras, en Palencia estaría el futuro parque que estamos diseñando o los antiguos depósitos que proponemos restaurar como conjunto industrial, o paisaje arqueológico, diseñado y asociado con la llegada de las aguas a la ciudad de Palencia.
El segundo es el paisaje evolucionado orgánicamente, resultado de un imperativo social, económico, administrativo y/o religioso inicial y que ha desarrollado su forma actual por asociación con y en respuesta a su entorno natural y que pueden ser a su vez un paisaje relicto -o fósil- o un paisaje continuo. El primero es resultado de un proceso evolutivo y en Palencia se muestra en la declaración como Lugar de Interés Geológico del cerro del Otero por el Instituto Geológico y Minero de España en 2019, por ser testimonio del paso de los paisajes del mesozoico a paisajes culturales y religiosos del siglo XX, pero sin perder sus importantes características distintivas (el cerro, los restos paleontológicos…) que siguen siendo visibles en forma material. Aquí se incluyen también las montañas singulares de Río, como el Corcovado o el Pan de Azúcar.
Los paisajes llamados continuos son los constituidos por aquellos asociados al modo de vida tradicional, como son las casas rupestres de San Juanillo o las propias ermitas de ambos cerros asociados a las narrativas históricas de la herejía prisciliana, a la devoción de San Juan o a las procesiones asociados a la Semana Santa.
Y la tercera y última categoría es el paisaje cultural asociativo reconocido en virtud de las poderosas asociaciones religiosas, artísticas o culturales del elemento natural. En Palencia, estos paisajes están representados por el cerro del Otero y la evidencia cultural material del Cristo. En Río de Janeiro son el morro de Corcovado y el Cristo Redentor.
¿Que tiene el Cristo del Otero que no tienen el resto, más de una veintena, de los que se reparten por el mundo?
Son muchos más de veinte, yo diría que llegan a la centena. En un repaso global, no exhaustivo, nosotros hemos reconocido más de 50 monumentos. De ellos, unos 23 se consideran representativos de estas mismas características simbólicas y artísticas, y están distribuidos por más de 15 países. Otros 30 son monumentos de similares características, aunque de menor escala. Algunos todavía están hoy en construcción, de hecho.
Hay que tener en cuenta que el monumento como símbolo y manifiesto de la identidad, ideologías o espíritu de los pueblos no es una invención moderna. En la Edad Media, los símbolos católicos, en gran parte estatuas de Cristo o la Virgen, se colocaban en puntos destacados de las poblaciones. Pero los Cristos del Otero y el Redentor son de los primeros de una serie que comienzan a finales del XIX, en 1899, con la encíclica Annun Sacrum, de León XIII.
A principios de la década de 1920 el planeta salía de la crisis de la gripe española, como ahora con el Covid, mientras estaba experimentando una importante crisis económica y social. En 1925, la celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, ocupa la totalidad del Año Litúrgico, y el 11 de diciembre, cerrando estas celebraciones, el papa Pío XI instaura la fiesta de Cristo Rey dando continuidad a la encíclica de León XIII. Es en este contexto cuando se inauguran el Cristo del Otero, el 12 de junio de 1931, y el Redentor el 12 de octubre del mismo año. Por tanto, ambos Cristos pueden ser considerados los primeros de la serie, ya que el único anterior, de 1921, el del Cerro de Cubilete, en México, es previo a la instauración de la fiesta por León XIII.
Si hablamos de singularidades, hay que tener en cuenta que el área de los cerros del Otero y San Juanillo, aunque formaba parte del Conjunto Histórico de la ciudad de Palencia, siempre ha tenido una condición de elemento aislado y separado incluso varios kilómetros del centro. Además, hay que destacar que acumula importantes valores naturales, culturales, materiales, inmateriales, simbólicos e icónicos, reconocidos en la declaración de Bien de Interés Cultural de marzo de 2018.
Dentro de este conjunto, destacan los monumentos del Cristo, las tres ermitas -de Santa María (alto del cerro del Otero), Santo Toribio y San Juanillo- y, en menor medida, los depósitos o las casas rupestres como elementos individuales. Y, por supuesto, el Monumento a Cristo Rey, construido entre 1930 y 1931 por el escultor Victorio Macho y el arquitecto Jerónimo Arroyo, y que destaca en el conjunto por sus valores culturales y naturales, tanto materiales como inmateriales, y por su dominio del paisaje.
Este colosal Cristo de 21,02 metros de altura (como verificamos con el último vuelo fotogramétrico) se aposenta sobre el cerro del Otero, que es uno de los yacimientos clásicos de la paleontología de vertebrados en España. Sus fósiles de tortugas gigantes, ciervos, rinocerontes y oogonios, entre otros, fueron mayoritariamente recolectados por Hernández-Pacheco entre 1912 y 1915 , y actualmente se encuentran depositados en las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. El yacimiento se encuentra, a fecha de hoy, sepultado y no resulta accesible, pero ha sido delimitado y protegido.
También hay que considerar singular la zona como conjunto industrial, por el interés de los depósitos de regulación de agua al sur del cerro -de Agapito Revilla y Jerónimo Arroyo-; los de filtrado y depuración -de Fernando Unamuno-; y el de decantación, obra de José J. Aracil. Y como conjuntos etnológicos, destacan la ermita de San Juan y las casas rupestres de San Juanillo.
En resumen, el área integra una simbiosis entre el legado inmaterial (romería y narrativas históricas cargadas de valores y mensajes) y el legado material de las ermitas, y los objetos aún hoy preservados de estos yacimientos, además de albergar hábitats valiosos como el abejaruco o las formaciones herbosas. Dicho de otra forma, el conjunto del Cristo del Otero se ha convertido en un símbolo de la ciudad, de la ciencia, de la cultura y del arte, pero, sobre todo, del paisaje, como Río de Janeiro.
¿Cómo se planteó la redacción del Plan Director?
Cuando recibí el encargo de dirigir los trabajos del Plan Director del Cristo del Otero, yo estaba literalmente en el Cristo Redentor de Río de Janeiro. Ahora, profundizando en su conocimiento, me doy cuenta de que estaba delante de dos paisajes gemelos, similares que compartían valores y también desafíos en su gestión, y que inauguraban una visión del patrimonio que iba más allá de la piedra y la cal, y se fijaba en el paisaje como expresión de los múltiples valores que atesoraban.
Lo primero que nos planteamos fue trasladar el modelo de Río de Janeiro, del patrimonio mundial, de los Paisajes Culturales (Unesco, Cultural Landscapes, 2019), al entorno del Cristo del Otero. Para ello tomamos como referencia la recomendación de 2011 de Icomos sobre Paisaje Urbano Histórico, conocida como HUL (Historical Urban Landscape).
¿En qué ha consistido el trabajo? ¿Cuáles han sido los puntos fuertes a reforzar y los débiles a solucionar?
Lo primero que se hizo fue una revisión de las bases y los fundamentos de la declaración de BIC de 2018. Profundizamos en la historia natural y cultural de la zona, en las narrativas y procesos, y a través de esas lecturas identificamos y mapeamos los elementos componentes de todo el conjunto paisajístico, sus atributos y sus características. Llegamos a identificar más de 38 bienes, conjuntos o lugares de interés cultural, y de excelencia, solo en el entorno de ambos cerros y, por tanto, se llevó a cabo un proceso de resignificación cultural equivalente al que realizamos en Río de Janeiro para Unesco y para el Iphan.
Este proceso incluyó la valoración e identificación de todos los atributos y características que estos bienes, conjuntos o lugares expresan, representan o significan en la sociedad palentina, y también entre los visitantes y curiosos, convirtiéndose en la base de nuestra propuesta de intervención.
Básicamente, podemos destacar tres puntos fuertes. El primero es la integración del medio ambiente y de las bases naturales en la lectura del conjunto. Ahí integramos la geomorfología, el agua, los hábitats y ecosistemas locales (zonas húmedas, el abejaruco…), la paleontología y una profunda lectura del paisaje antes de la intervención humana, buscando su naturaleza virgen, su lógica ecológica y ecosistémica.
En segundo lugar, los valores inmateriales que incluyen las manifestaciones y tradiciones, como la romería del Pan y el Quesillo o la procesión de Nuestra Señora del Rosarío del Dolor.
Y en tercer lugar, hablamos de los procesos de apropiación social, de los valores simbólicos y asociativos, los que asocian la ciudad y el Cristo, y de los valores sensibles, que ponen de manifiesto principios éticos y morales, como la solidaridad, la pobreza, la persistencia o la amistad, entre otras lecturas que se pueden extraer de estos ricos monumentos. Todos estos valores se suman a los culturales artísticos, históricos, científicos o técnicos tradicionalmente considerados.
El documento que ha presentado al Ayuntamiento es muy complejo y extenso...
Queremos identificar y posicionar a Palencia a nivel nacional e internacional a partir del refuerzo de acciones y actuaciones llevadas a cabo en esta zona de la ciudad por el Ayuntamiento en los últimos años. Potenciar la recuperación ambiental, social y económica del entorno del Cerro del Otero no es una tarea ni sencilla, ni pequeña. Queremos fomentar el sentimiento de orgullo, de pertenencia y de identidad, focalizando y vertebrando la oferta turística, cultural, paisajística y monumental asociada a su condición de Conjunto Histórico.
¿Cuáles son sus principales pilares?
A partir del momento en que conseguimos mapear los elementos componentes de este conjunto paisajístico y sus procesos asociados, definimos rápidamente un plan basado en dos estrategias base.
La primera fue diseñar un parque en tres etapas (entre 350.000 y 900.000 metros cuadrados) donde activar los servicios ecosistémicos, con soluciones basadas en la naturaleza que hagan del conjunto del parque de los Cerros el corazón de una futura infraestructura verde para la ciudad.
Y, en segundo lugar, repensamos las dimensiones culturales y naturales del sitio poniendo en valor sus diferentes elementos y construyendo una narrativa, la evolución del paisaje del centro de la meseta (desde el Mesozoico hasta el presente, e incluso el futuro), integrándola dentro de un conjunto único, creando un Centro de Interpretación del Paisaje (Cipan).
A partir de estas lecturas, definimos ámbitos y acciones zonificando el área en seis tipos de paisajes. Los de conexión organizan los flujos de vehículos y personas; los ecológicos promueven la recuperación de masas forestales y arbustivas; y los edificados acogen los grandes equipamientos, servicios y construcciones.
En los estanciales se desarrollan actividades de descanso, contemplación, juegos, gimnasia, y difusión, mientras que en los de interés paisajístico incluimos los monumentos, conjuntos y lugares de interés natural o cultural que funcionan como puntos de referencia e interés para el reconocimiento del área. Los paisajes productivos son huertos, viveros o plantaciones orientadas a la producción industrial y al uso por parte de la población.
Sobre estos paisajes desarrollamos un conjunto de directrices que establecen las condiciones constructivas (incluidas soluciones basadas en la naturaleza) y el programa y las especies (arbolado, arbustivas y gramíneas y plantas) a ser implantadas en cada uno de ellos. Desde la preservación del patrimonio cultural, natural y del paisaje a los usos a implantar como alternativas a los existentes (jardines de esculturas, vivero, elevadores…), pasando por la ordenación urbanística, catalogación, clasificación, calificación o sistemas; los bordes y conexiones con la ciudad; los accesos, vías y conexiones; la gestión turística y cultural o la iluminación monumental, entre otras. Al tiempo, definimos dónde aplicar estas directrices y sus prioridades y planificación a corto, medio y largo plazo.
El documento final se constituye así como un importante esfuerzo institucional por definir el futuro de esta área y del conjunto paisajístico y monumental de los cerros, con 1.000 páginas de memorias y normativas, 930 páginas de anexos, 24 planos informativos, 35 planos de ordenación, 25 planos de gestión y 9 paneles de imagen final. En total, 2.463 documentos en A4 y más de 180 planos. Efectivamente, es un documento complejo, porque debe servir para orientar las acciones públicas y privadas en la zona en los próximos 30 años.
¿Cuál será su desarrollo a lo largo del tiempo?
El Plan Director está dividido en tres etapas y 11 fases. La primera ocupa unos 350.000 m2 e incorpora las primeras obras de los elevadores, los depósitos y el parque entre ambos cerros. La 2ª y 3ª etapa desarrollan un jardín de las Hespérides de plantas aromáticas y árboles frutales y un área flexible de ferias o deportes para el futuro, en unos 560.000 m2; y en una última fase el parque se extiende hasta más de 900.000 m2.
El presupuesto de ejecución material, con carácter de máximo orientativo, se ha estimado, para la primera etapa, que incluye además del parque el mirador de los pies del Cristo y el elevador del cerro del Otero y las primeras intervenciones en los depósitos incluyendo su transformación en museo de esculturas y vivero y Centro de Interpretación y Recepción de Visitantes (Cipan), en 6.500.000 euros, de acuerdo con el pliego de prescripciones del concurso.
¿Este Plan Director ha nacido para llevarse a cabo?
Claramente sí, pero también hemos de reconocer que será un camino largo. Ciudades como Bilbao, con el proyecto Ría 2000, o Ponferrada, con la reforma del Castillo de los Templaríos, han logrado, a través de obras que se han desarrollado a veces a lo largo de más de 30 años, llegar a pasar de no estar en el mapa a ser destinos preferentes de un turismo cultural y de ocio que han acabado transformando completamente sus respectivos municipios. Estos destinos estaban previamente planificados, programados y dirigidos mediante algún tipo de instrumento de planeamiento.
¿Es posible completarlo llegando a esa Utopía que se plantea en la última etapa?
La denominación del anfiteatro natural como Jardín de las Hespérides ya es una clara expresión del carácter utópico de la propuesta. Claro que pensamos que es posible, pero solo, como ya ocurrió en el día de la presentación del Plan, con el apoyo de todos, alineando fuerzas, energías y recursos.
El Plan Director está pensado para generar nuevas formas de entender la ciudad, como base de una infraestructura verde. En este escenario, la colaboración con la sociedad civil para formar nuevos perfiles profesionales, como especialistas en desarrollo de soluciones basadas en la naturaleza, en energías renovables o de arte en el paisaje y el turismo, puede abrir nuevos nichos de empleo en colaboración con las agrupaciones, fundaciones y asociaciones locales, con la universidad y con los diferentes estamentos de gobierno, desde el Estado hasta el Ayuntamiento.
Es importante atraer a la universidad. Palencia dispone de importantes grupos de investigación en ciencias agrarias, medio ambiente, cambio climático y otras líneas acordes con el espíritu del Centro de Interpretación de Arte y Naturaleza que deseamos crear. Siempre que la universidad, el gobierno y sociedad civil se alineen con estas ideas y se pongan a trabajar por la viabilidad del proyecto, aprovechando su dimensión mediática y su capacidad de divulgación y de soporte a dichas actividades, podrá materializarse.
El Ayuntamiento tiene pensado comenzar con una primera fase o, en caso de no lograr los fondos del 1,5% cultural, abordar las obras del mirador. ¿Es un buen comienzo?
Entre las actuaciones previstas en el plan a corto plazo se han seleccionado aquellas relacionadas con la mejora de los accesos y la creación de un mirador a los pies del Cristo del Otero, que se divide en dos grandes grupos de acciones. El primero consiste en una actuación directa que desarrolla un proyecto pre-ejecutivo del mirador de los pies del Cristo que permita comenzar la ejecución ordenada de las obras a la mayor brevedad posible con financiación municipal.
Y el segundo, incluye tres módulos de actuaciones cuyo alcance depende de las soluciones finales. Entre ellos tenemos la urbanización de la plataforma superior, en torno a la ermita de Santa María; los proyectos de conservación y manutención de las ermitas y de la propia escultura, así como la finalización de los senderos de acceso y de circunvalación del cerro y la resolución de la accesibilidad universal del conjunto; la reforma de la carretera de acceso, la recuperación de los espacios de parada, plazas o pasos del viacrucis histórico, un aparcamiento provisional conectado con el parque de la avenida de los cerros, limpieza y conservación de los depósitos y adecuación de sus principales accesos; y otras acciones que pudieran caber en el presupuesto máximo previsto de 1,32 millones de euros para el conjunto de la operación que será presentada al 1,5% Cultural.
¿En qué consiste la propuesta de mirador a los pies del Cristo?
El proyecto pionero consiste en la construcción de un mirador para la observación del Cristo, desde la cota de 835 m hasta la de 843,5, que permitirá la observación del paisaje encima de la cúpula de la ermita, el paseo alrededor de la escultura y la observación de los pies del Cristo.
Este mirador en forma de anillo rodea a la estatua dando lugar a vistas sobre paisajes de gran interés, aunque paralelamente ofrece una visión de 360 grados sin ninguna interferencia, dada su elevación por encima de todas las edificaciones y del arbolado existentes. El anillo queda terminado, en su parte frontal, con un ensanchamiento a modo de mirador de la ciudad y del Cristo.
Básicamente, su ejecución será en trinchera evitando así el impacto visual que pudiera producir una actuación de este tipo. Se ejecutará un anillo interior de hormigón como sujeción de las tierras que conforman la trinchera, formando apoyos para el nuevo solado y los elementos de seguridad. Será totalmente accesible, adaptándose en rampa con la pendiente adecuada en todo su recorrido. Los acabados serán preferentemente en madera, ocultando cualquier elemento de hormigón o metálico. Dado el carácter del terreno y las arcillas expansivas, se tiene especial cuidado en el diseño y funcionamiento de un adecuado drenaje que asegure la estabilidad y durabilidad del conjunto a largo plazo.
El ascensor salvará una altura de siete metros, con una capacidad para ocho personas para facilitar el acceso al mirador evitando su impacto en el paisaje, especialmente desde la ciudad y el conjunto histórico del que forma parte. El ascensor quiere ser un atractivo más, y será acristalado para poder apreciar cómo se eleva hasta la plataforma superior y así acceder al mirador ya observando el entorno.
También se incluye una conexión con la ermita y obras de mejora de las acometidas de instalaciones, así como la previsión de nuevas necesidades y tecnologías. El coste previsto del proyecto de ejecución material es de 300.000 euros.
¿Tiene capacidad este Plan Director para cambiar la posición que ocupa Palencia a nivel turístico?
Sí, pero no por el Plan Director sino por los cambios que inducirá en la sociedad palentina y en la estrategia urbanística y territorial de Palencia como conjunto. Los objetivos que tiene se resumen en reforzar su imagen como seña de identidad de Palencia; garantizar un uso sostenible del monumento y su entorno equilibrando las necesarias actuaciones de conservación con otras de recualificación y reutilización; promover un paisaje sostenible recuperando la vegetación nativa y utilizando el depósito norte como vivero al servicio de la operación; incentivar el turismo en base a la incorporación de nuevas narrativas, ecológicas y culturales, que hagan la visita más interesante, rica y larga en el tiempo; utilizar las tecnologías de la información relacionando la visita física con la creación de un portal digital que permita difundir los valores y lecturas propuestos, y códigos QR en campo que nos permitan entender la historia y los valores de este espacio; diseñar acciones de marketing y publicidad que comiencen desde la iluminación y la proyección de mapping 3D, el hermanamiento con otras ciudades (Río de Janeiro, Lisboa…); y coordinar la propuesta entre las diferentes concejalías, el gobierno regional, la sociedad civil y la universidad.
El Plan Director está alineado con los 11 objetivos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España y se prepara así para poder acceder a financiación lo mismo que para contribuir a una verdadera transformación que nos haga salir de la crisis que estamos viviendo.