La lengua de ballena y otros milagros

Fernando Pastor
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Muchos devotos alegan haber sido curados por intersección de la Virgen

La lengua de ballena y otros milagros

Sobre la Virgen de Capilludos, que relatamos la semana pasada, se han escrito dos libros. El primero en 1864, dentro de las memorias del sacerdote Pedro Esteban Monje, y el segundo en 1903, titulado La Virgen de Capilludos. Su Templo y su culto, escrito por Florencio Recio Urdiales, de Castrillo Tejeriego, miembro de la orden de los Padres Pasionistas, en la que era conocido como Padre Francisco del Corazón de Jesús Recio Urdiales.


En ellos se narran diversos milagros y otras leyendas derivadas de la principal. 


Así, se cuenta que en diciembre de 1625, habiendo un único cuarterón de aceite para alimentar la lámpara de la Virgen y siéndole imposible a la ermitaña salir a comprar más debido al clima invernal, el cuarterón después de ser utilizado volvió a estar lleno a rebosar.

La lengua de ballena y otros milagrosLa lengua de ballena y otros milagros


Otros milagros relatados son diversas curaciones. Como la del padre Fray José Antonio de Donis, Prepósito General del colegio Santa Ana de Castrillo Tejeriego. Padeciendo un profundo y pertinaz letargo durante tres semanas sin que los remedios naturales consiguieran revertir su situación, se le consideraba ya desahuciado. Hasta que el 12 de marzo de 1695 fue envuelto en el manto de la Virgen de Capilludos, sanando por completo. En agradecimiento ordenó pintar un cuadro en el que aparece arrodillado ante la Virgen y una inscripción de agradecimiento.


Muchos devotos alegan haber sido curados de sus enfermedades por intersección de la Virgen.


Como Francisco Velasco, vecino de Castrillo, que en 1776 se rompió una pierna al golpearse con una piedra. Pidió que le llevasen en andas ante la Virgen, y sanó. 


En 1846 Lázaro Martín y Cándida Pérez, de La Cistérniga (Valladolid), rogaron a la Virgen la curación de su hija Juana, y sus peticiones darían resultado.


Lo mismo ocurrió con la petición de Marcos de Aza y Adriana Rey respecto a su hija Felipa en 1868. Un cuadro en la ermita representa este milagro.


Un ciego recuperó la vista y una mujer de Castrillo, operada de las dos caderas, se recuperó ungiéndose el aceite de la lámpara de la Virgen de Capilludos. 


Un preso con grilletes y fuera de España, tras solicitar ayuda a la Virgen despertó al día siguiente a la puerta de la ermita y con los grilletes quitados pero a su lado, grilletes que se conservaron como recuerdo.


También se conservan expuestas en la ermita las muletas que llevó Samuel San José Andrés tras ser licenciado de un conflicto bélico por haber recibido un disparo en el pie, por lo que se encomendó a la Virgen de Capilludos.


NOVILLOS EN VOLANDAS

Estando Ignacio Rodríguez, de Castronuevo de Esgueva, y Juan de Miguel, de Castrillo Tejeriego, cogiendo leña con sendos carros, uno tirado por novillos y otro por mulas, los novillos, resabiados, emprendieron la huida con el carro lleno de leña. Pudieron seguirles el rastro porque una capa de nieve cubría el suelo y se marcaban las roderas, pero lo intrincado del trayecto tomado por los novillos hacía imposible continuar tras ellos. Se encomendaron entonces a la Virgen de Capilludos, tras lo cual aparecieron los novillos por unas laderas intransitables y más aún llevando un carro cargado de leña; además vieron que al pasar por un puente frente a la ermita solamente una rueda había dejado huella, por lo que dedujeron que la Virgen ayudada por ángeles había llevado en volandas a los novillos y al carro.


LA LENGUA DE LA BALLENA

En la ermita se conserva un exvoto conocido como Lengua de ballena. Se trata de un hallazgo arqueológico consistente en una especie de hueso que pudiera ser la mandíbula de un pez sierra, con sus dientes, o de algún animal prehistórico. Según la leyenda apareció en el arroyo, pero la pregunta es ¿cómo llegó hasta allí? La respuesta también es de leyenda milagrosa: una persona que se encontraba ante un doble peligro, ahogarse y ser devorada por un ballenato, rogó a la Virgen que le salvase, lo que se produjo al poder cortarle la lengua al ballenato (aunque lo que se conserva en la ermita parece pertenecer más a un pez sierra que a una ballena).