Un niño libio perdió la vida y otro de nacionalidad marroquí resultó herido en los nuevos bombardeos lanzados el lunes por la noche por la aviación del mariscal libio, Jalifa Hafter, en la capital del país Trípoli, informó este martes una fuente una fuente de seguridad.
El menor libio identificado como Mohamed Nekasa perdió la vida al impactar un misil de tipo Grad en pleno corazón de Trípoli, mientras que el marroquí Nabil Ben Ghali resultó herido cuando un misil cayó en la casa de su familia situada en la carretera de Al Shuq en Trípoli, precisó la fuente.
Varios barrios de la zona sureña de Trípoli como los de Ain Zara y de Salah Edine fueron blanco de los intensos ataques aéreos lanzados por la aviación bajo el mando de Hafter donde una decena de personas resultaron heridas y varios vehículos fueron dañados, añadió.
Ataques similares se produjeron en los últimos días, cuando al menos seis niños murieron y varios miembros de sus familias quedaron heridos.
Las milicias bajo el mando del mariscal Hafter, hombre fuerte de Libia, aumentan día a día su presión militar sobre el gobierno reconocido por la ONU en Trípoli (GNA), que cada vez parece tener menos recursos para frenar el avance y su voz se escucha menos en la arena internacional.
Hafter, cuyas tropas controlan la mayor parte de Libia y todos los yacimientos petroleros, lanzó el pasado 4 de abril una ofensiva para tratar de conquistar la capital cuando el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se encontraba de visita oficial, en un claro mensaje a la comunidad internacional.
Desde entonces, han muerto más de un millar de personas -entre milicianos y civiles- más de 5.000 han resultado heridas, y en torno a 100.000 se han visto obligadas a abandonar sus hogares y convertirse en refugiados internos.
Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que hace ocho años la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los heterogéneos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
En la actualidad cuenta con dos gobiernos: uno en el este tutelado por Hafter y otro llamado de Acuerdo Nacional (GNA), cuya autoridad se reduce a Trípoli y está sostenido por la ONU.
De la división sacan beneficios numerosas milicias y grupos mafiosos dedicados al contrabando de armas, alimentos, combustible y de personas, verdadero motor de la destruida economía nacional.