El tercer mago canario

Diego Izco
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Con apenas 18 años y 22 partidos en la élite, Pedri ya pisa el terreno de Valerón, Silva y compañía

El tercer mago canario

El Barça ya tuvo a su Pedrito. También canario. Era un muchacho intenso, generoso, intuitivo y con duende goleador en las grandes ocasiones. Un chico que se sacó de la manga Guardiola en la 09/10, que ya se gasta 33 años en la Roma y que portó durante tiempo la bandera de quienes, desde la modestia, han triunfado sobradamente en el fútbol de las grandes élites. Pedro Rodríguez no es Pedro González. También tinerfeño, sí, pero aquel era de Santa Cruz y este, el actual es de Tegueste. Y ya ‘ni siquiera’ es Pedrito. Simplemente Pedri. 

El chico, nacido un 22 de noviembre de 2002, ha irrumpido en lo más alto con una fuerza impensable para un cuerpito de apenas 1,74 metros y 60 kilos. Un gesto de monaguillo de parroquia de pueblo. Una mirada tímida, un rostro imberbe, un cuerpo vacío de tatuajes y cicatrices, dos piernas que todavía se están haciendo y sin embargo imparten lecciones de mago. Impropias a su edad… Propias de su tierra. 

 

Con un don

En la isla vecina, Gran Canaria (concretamente en Arguineguín), nacieron en 1975 y 1986, respectivamente, dos de los mayores talentos de la Historia del fútbol moderno español: Juan Carlos Valerón y David Silva. Dos magos de la pelota con una capacidad asombrosa para convertirla en una aliada constante; un don para desbordar sin poner cara de velocidad, para controlar envíos imposibles y convertir ‘melonazos’ en ocasiones con apenas un toque inverosímil; una forma especial de doblar el tobillo para filtrar el esférico por donde nadie espera que suceda nada. Esa elegancia, esa forma de conseguir que cosas inaccesibles parezcan sencillas, es la que ha heredado Pedri. 

Ni Valerón ni Silva han vestido de azulgrana. «Los hubiese fichado sin duda», decía apasionado Xavi Hernández en una entrevista de hace cuatro años. Valerón, por ejemplo, curtió su carácter en aquel Atlético del descenso (2000) y, sobre todo, en el ‘Superdépor’ (13 temporadas): cuando ganó aquel ‘doblete’ en La Coruña (Copa y Supercopa en 2002), Pedri ni había nacido. En la selección, el ‘Flaco’ disputó 46 partidos y marcó cinco goles, pero no tuvo la continuidad que lo habría elevado a categoría de leyenda por culpa de la rodilla y una lesión recurrente, casi crónica, desde 2006. Se retiraría 10 años más tarde tras su regreso a Las Palmas, dejando al equipo en Primera.  

David Silva, con más continuidad y mejor palmarés, tiene aún más consideración de ‘mago’ que Valerón. Medio mito en el Valencia y mito completo tanto en el Manchester City como en la selección española: 125 veces internacional, 35 goles (cuarto máximo goleador tras Villa, Raúl y Torres) y todos los títulos del ciclo mágico 2008-2012. Silva, aún en activo en la Real Sociedad, aportó una mayor voracidad ofensiva a la magistral pausa de su paisano en la zona de conflicto. 

 

¿Nuevo Iniesta?

Pedri, a quien ya comparan con Iniesta, tal vez no posea ni el sosiego casi estático del primero ni el carácter duro y competitivo del segundo, pero sí un compendio de esas facultades anteriormente descritas, resumidas en una frase: una clarividencia y una tranquilidad en los últimos metros solo aptas para los elegidos. Su alianza con Messi ya es sólida y espectacular. 

Quieren verle como Iniesta por el mismo motivo que llevan buscando desde hace tiempo un 'nuevo Xavi': la necesidad de encontrar clones en lugar de disfrutar del original (obscena la presión sobre De Jong, por ejemplo, un muchacho de 23 años con temporada y media en el club). Pedri es Pedro y llegó ‘bautizado’ a Barcelona. «En Tenerife tengo camisetas, platos y hasta una sartén del Barça», decía con una sonrisa, como si nadie pudiese ser más feliz por tener una vajilla del que le estaba fichando. 

Fueron apenas ocho millones de euros los invertidos en aquel crío en una de las mejores operaciones en años: con un Coutinho (120 millones) se podían fichar 15 Pedris. Y en su primer año en azulgrana ha maravillado a Koeman, quien le ha dado 15 veces la titularidad y siete participaciones más desde el banquillo.