Fernando Martín Aduriz

Dirección única

Fernando Martín Aduriz


La luna sangra en el río

23/04/2024

No encuentro mejor modo de iniciar una columna que se publica el 23 de abril, día del libro, y día de Castilla y León, que con ese verso de Cecilia, una niña que en su día y con sólo cuatro años sorprendió a su abuelo, nuestro muy querido amigo y poeta Antonio Gamoneda, leonés, sabio y en plena forma intelectual aún años después de recibir un día como hoy el Premio Cervantes. Según cuenta en sus Memorias, en La pobreza, la niña «accidentalmente, había hecho poesía». Ese perfecto octosílabo provisto de una espléndida metonimia le permite al orgulloso abuelo colegir que la poesía no es palabra ornamentada, sino, básicamente, «creación y revelación». Puede que eso sea lo importante, que en poesía «se piensa lo que se dice», como si estuviéramos en una sesión de psicoanálisis, que el dicho sorprende a quien lo dice si se deja llevar y no se censura, no piensa lo que va a decir para tratar de no decir algo. Es por otra parte, lo que en la vida cotidiana nos molesta tanto, que no se piense lo que se va a decir, sus consecuencias amargas para quienes escuchan. Pero si algo agradecemos al poeta, al escritor, es que pueda decir todo aquello que no nos atrevemos a decir nosotros, o todo aquello que no sabemos decir con tanta belleza como ellos. Y estamos de acuerdo en que merecemos gentes que nos hablen en la plaza pública sin significados académicos aburridos, sin lenguajes políticamente correctos, planos y destructores de ilusión. Merecemos más poetas, y menos gerentes de la cosa administrativa. Al recibir un Doctorado honoris causa en Rumania explica Antonio Gamoneda que las palabras poéticas están afectadas de semántica rítmica y no deliberativa, y que el lenguaje poético interior implica una nueva realidad, en absoluta objetiva. Finalmente, para conmemorar un día dedicado a alabar al libro, y pienso que también en insistir en la nobleza del decir castellano, los poetas y los escritores nos hacen mejores aun cuando no sepan que saben. En palabras psicoanalíticas del mejor poeta: «Naturalmente, lo que se dice no es aleatorio ni casual porque el poeta sabe, aunque no sepa que sabe, y es frecuente que lo que el hecho poético manifiesta sea un conocimiento latente que se hace presente al decirlo».