Editorial

Puente desdibuja la delgada línea de la regeneración democrática

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Apenas unos días después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apostara por la «regeneración democrática» como argumento fundamental para seguir en La Moncloa tras su particular retiro de reflexión, uno de sus ministros, Óscar Puente, tiró por tierra buena parte de su argumentario. El máximo responsable del Ejecutivo nacional puso sobre la mesa la idea de que «defender la democracia no consiste únicamente en acudir a votar cada cuatro años». Es más, animó a los españoles a ser proactivos en sus comportamientos, y es que «debemos defender nuestra democracia todos los días, rechazando a aquellos que convierten la política en un barrizal de insultos y falsedades». Hasta el punto de dejar para la posterioridad un concepto, el de la «máquina del fango». Postulado que Sánchez acuñó en referencia a «la derecha y la ultraderecha, junto a páginas web y asociaciones ultraderechistas que fabrican bulos y mentiras, bulos que a continuación se propagan en tertulias y en las tribunas para después judicializar falsas denuncias, deteriorando gravemente nuestra democracia y nuestra convivencia».

Cierto es que las redes sociales y esos pseudo medios de comunicación digitales que han emergido como las setas venenosas tras las lluvias en la jungla inhóspita de internet contribuyen entre poco y nada a despolarizar al situación. En este sentido, existe un problema y no es pequeño. Esa nueva forma de comunicar ha degenerado en la perversión más absoluta de una herramienta que, malintencionada, puede ser de destrucción masiva. Si la prensa no encabeza la lucha contra la polarización y la desinformación se facilitará la manipulación de la ciudadanía.

Dicho esto, por parte del Gobierno, lo que no se puede es estar en misa y repicando. No se puede abogar a principios de semana por la regeneración democrática del país y bajar grados a la caldera de la polarización, y a finales de la misma asegurar que el presidente de otro país verbaliza unas opiniones después de tomar ciertas «sustancias». El presidente del Gobierno no se puede posicionar a principios de semana como poco menos que el salvador de la patria y, a finales de la misma, uno de sus pesos pesados en el Consejo de Ministros generar un terremoto diplomático con un país hermano como Argentina. Y no, no vale justificar tan importante metedura de pata con que el foro donde Óscar Puente realizó esas declaraciones era «un ambiente distendido». La mujer del César, además de serlo, tiene que parecerlo. Y en este caso en concreto, el exalcalde de Valladolid y azote de propios y extraños en las redes, es reincidente. En público y con los medios como testigos, llegó a decir que Pedro Sánchez es «el puto amo». A lo mejor es este el lenguaje propio de la regeneración...