Un ejército contra las plagas

Carlos H. Sanz
-

Desde hace casi una década, el Ayuntamiento apuesta por el control biológico para plantar cara a determinados insectos que dañan a plantas y árboles, un método mucho más ecológico que la utilización de insecticidas

Un ejército contra las plagas - Foto: Sara Muniosguren

Las plagas principales que habitualmente afectan a los árboles de la ciudad son dos: pulgones y procesionaria. Para luchar contra ellas, el Ayuntamiento recurre a dos métodos, la endoterapia, en la que se inyecta en el tronco del árbol un insecticida que se mezcla con la savia, y el control biológico.

El control biológico consiste, en resumidas cuentas, en utilizar insectos para combatir otros insectos que plagan los árboles de la capital, como es el caso de los pulgones y cochinillas en las catalpas, tulíperos y tilos, las psilas en los cercis. En vez de utilizar insecticidas, se recurre a lo que se denomina como fauna útil, una manera ecológica para combatir estas plagas a través de la suelta de determinados insectos, como Adalia bipunctata (o mariquita de dos puntos), Chrysoperla carnea, Aphidius colemani, Cryptolaemus montrouzieri y Anthocoris nemoralis, entre otros.

El Ayuntamiento apuesta por esta técnica de control biológico desde hace casi una década y si sigue utilizando es porque da resultado. Se aplica ahora, en los meses de mayo y junio, en los distintos puntos de la ciudad en los que se ve que hay indicios de plaga, como la melaza que produce el pulgón, que es la que hace que se peguen los pies a la acera cuando vas andando por la calle.

Un ejército contra las plagasUn ejército contra las plagas - Foto: Sara MuniosgurenLa empresa contratada para llevar a cabo estas labores es Tecmena (Técnicas del Medio Natural), de la que forma parte como técnico Óscar Osorno en Palencia. «Es una maravilla cómo funciona, aunque al tratarse de control biológico, hay que tolerar un cierto nivel de daño y esperar a que la fauna útil haga su trabajo», explica.

La aplicación es sencilla. Los insectos que se utilizan son depredadores o parasitoides y vienen en diferentes formatos. «Por ejemplo, en las catalpas y adelfas se coloca un blister hecho de papel y plástico biodegradable que contiene semillas de trigo sarraceno con pulgones parasitados por Aphidius colemani o directamente las larvas de las mariquitas», explica Osorno.

«Cada una de esas avispillas parasitan en torno al millar de pulgones, de los que en unos 10 o 12 días surgen las nuevas avispillas que vuelven a parasitar otro nuevo millar de pulgones cada una de ellas. En poco tiempo se produce un crecimiento exponencial de la población de avispillas que funciona de maravilla», resume. En otros casos, como es el del Cryptolaemus, se sueltan directamente sobre el tronco. «Este escarabajo, o las mariquitas antes referidas, se comen el pulgón. No es un proceso tan rápido así que el control no siempre es tan efectivo y a veces hay que recurrir la endoterapia. Es lo que en ocasiones ha ocurrido en San Pablo con tilos jóvenes de escaso tamaño, allí el suelo es de piedra, así que irradia calor, y eso a los pulgones les encanta, tienen un desarrollo muy rápido, y como las mariquitas no llegan a ser lo suficientemente voraces, la plaga se descontrola, no habiendo más remedio que usar la endoterapia», comenta Óscar Osorno.

Un ejército contra las plagasUn ejército contra las plagas - Foto: Sara MuniosgurenSi se hace bien el control biológico, en muchas ocasiones las poblaciones se consolidan en el lugar. «En esta zona de Pan y Guindas, por ejemplo, hace años aplicamos un tratamiento de endoterapia y soltamos Aphidius y mariquitas en cada árbol; hoy, basta con aplicar el control biológico en uno de cada tres», señala el técnico de Tecmena.

A lo largo de la campaña, que comenzó la semana pasada, se tratan medio millar de árboles en toda la ciudad. La mayoría son catalpas, unas 300. En 10 o 15 días se comienzan a ver los primeros resultados. «Cuando los insectos que soltamos ya no tengan comida, se marcharán. No erradicarán la plaga al 100%, porque, entre otros motivos, algunos no aguantan el invierno duro de Palencia, por lo que hay que volver a soltarlos al año siguiente», detalla.

Procesionaria. Por desgracia, para luchar contra una de las plagas más temidas, la procesionaria, no existe un control biológico efectivo, por lo que hay que recurrir a la endoterapia.

«Es una plaga que está controlada, aunque este año ha habido un pequeño repunte, por lo que en otoño incrementaremos el número de árboles a los que se aplicará el tratamiento«, explica Osorno.

«Cuando detectamos bolsones o puestas a lo largo del invierno, los retiramos con las pértigas pero no siempre es fácil porque en ocasiones están ocultas entre las ramas o se sitúan a alturas inaccesibles. Los meses de octubre o noviembre son los más adecuados para inyectar el insecticida«, señala.

ARCHIVADO EN: Osorno La Mayor, Palencia