En una intensa campaña electoral, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se implicó a fondo en las elecciones municipales celebradas el pasado domingo, destacando siempre la crucial importancia de reconquistar Estambul para su partido, el gobernante AKP, tras haber perdido la ciudad en 2019.
Sin embargo, su formación sufrió una gran derrota en las urnas frente al socialdemócrata CHP, que no solo se hizo con las Alcaldías de 35 capitales de provincia, frente a las 24 del AKP, sino que se ha colocado como primera formación del país, superando a su rival en un millón de votos.
Un duro varapalo para la política de Erdogan, pero también un fracaso personal que podría explicarse debido a dos factores: la pérdida del bienestar y, paradójicamente, el auge del islamismo.
El principal motivo del cambio que mostraron los electores fue el deterioro de las condiciones de vida de importantes capas de la sociedad, con una inflación del 67 por ciento interanual, según varios expertos. «Una parte importante de los 16 millones de jubilados, bastión de votos del AKP, cobran solo 10.000 liras (285 euros) al mes, lo que hace su vida muy difícil», explica el politólogo Tarik Sengül.
Ya en los comicios generales de mayo, la oposición esperaba que la mala marcha de la economía le pasara factura, pero el mandatario consiguió una mayoría del 52,2 por ciento, cercana a su techo electoral.
Sengül ve en el creciente autoritarismo de Erdogan y su discurso cada vez más islamista otro elemento que ha jugado en contra de la formación que gobierna Turquía desde 2002, impulsando a «muchos nacionalistas, conservadores y kurdos» a optar por un voto que frene al AKP. Pero también habría contribuido el avance del Yeniden Refah (YRP), que reivindica un islamismo más «puro» y «moral» que el del AKP y que subió hasta el 6,2 por ciento desde el 2 por ciento obtenido en las parlamentarias de mayo.
Los analistas coinciden en que el resultado en estas municipales pone fin a una eventual aspiración de Erdogan a otro mandato en las presidenciales de 2028, actualmente hipotética pues la Constitución le veta una nueva candidatura.
El propio presidente reconoció ayer la derrota de su formación, asegurando que «gana la democracia». «Los resultados de las urnas nos muestran que estamos experimentando una pérdida en todo nuestro país. Por supuesto, también discutiremos las razones de este descenso a nivel local», expresó en un discurso desde Ankara, en el que garantizó que los miembros del partido discutirán sobre la debacle para «identificar las razones» y «corregir errores» de cara a los siguientes comicios.
«Esto no es un fin, sino un punto de inflexión», señaló, recordando que quedan cuatro años para las próximas elecciones generales.