La primera vez que quedó registrada en prensa la petición del barrio de Pan y Guindas para convertir la antigua Alcoholera en un centro cívico y cultural fue en 1978. Cuarenta años después, este edificio del patrimonio histórico industrial está a punto de pasar a manos municipales, de forma que antes de las próximas elecciones de mayo el Ayuntamiento logrará sellar su destino al fin reclamado por el barrio.
La intención del equipo de Gobierno de Alfonso Polanco es llevar al pleno del próximo mes de enero la aprobación definitiva de la modificación urbanística que hará posible su adquisición, y, en seguida, contratar la empresa que plasme en detalle los cambios en el planeamiento.
En abril, como muy tarde, el inmueble pasará a ser parte del patrimonio municipal y ya se tendrá vía libre para impulsar un proyecto que, en palabras del alcalde, convierta la Alcoholera en un edificio «que genere dinamismo con proyectos jóvenes en horarios de mañana y, donde por la tarde, se dé un movimiento intergeneracional y puedan realizarse labores sociales».
El camino hasta aquí no ha sido fácil, y durante décadas la adquisición de la Alcoholera no pasó de ser una eterna promesa electoral. Los gobiernos socialistas de Heliodoro Gallego intentaron durante años alcanzar un acuerdo con los propietarios a través de una fórmula mixta de dinero -en su último presupuesto constaban 250.000 euros para la compra-, y cesión de terrenos.
El desarrollo urbanístico de la zona, que corrió a cargo de la iniciativa privada, facilitó que las posturas entre el Ayuntamiento y los propietarios se acercasen, tanto que se llegó a dar por hecha la operación cuando el contrato de arrendamiento del inmueble por parte de Maderas Buceta finalizó. Las elecciones y el paso de los socialistas a la oposición hizo que ese acuerdo quedase aparcado.
No fue hasta 2016 que el equipo de Gobierno de Alfonso Polanco afrontó proactivamente el reto de lograr que la Alcoholera pasase a manos municipales, después de que el barrio de Pan y Guindas presentase 1.300 firmas exigiendo un mayor compromiso del Ayuntamiento.
Al deterioro evidente del edificio se unieron noticias preocupantes, como que las deudas de la empresa propietaria del edificio -Promociones Cardenal Cisneros- habían hecho que este patrimonio histórico industrial pasase a manos de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, más conocida como Sareb o banco malo.
Tras estudiar la operación, en febrero de 2017 el Ayuntamiento presentó una oferta de 200.000 euros, cifra en la que los técnicos municipales tasaron el edificio y que se trasladó al administrador concursal elegido por el juzgado de lo mercantil para liquidar los bienes de la empresa Promociones Cardenal Cisneros.
Sin embargo, un mes después se supo que un particular se había adelantado al Consistorio, y se había hecho con la empresa Promociones Cardenal Cisneros, en concurso de acreedores, y, por lo tanto, con la propiedad de la Alcoholera.
La nueva situación obligó al servicio de Contratación a buscar una nueva fórmula para sortear las cargas y deudas, un paso imprescindible para que el Consistorio pudiese comprar el inmueble, y, finalmente, se desechó esta vía.
La vía urbanística. «No ha sido un proceso fácil. En un principio se planteó la compra del edificio pero vimos que esta vía era muy complicada por las cargas del edificio. Tuvimos que desechar la compra porque era inviable», recuerda la concejala de Urbanismo, María Álvarez.
La alternativa que pergeñó el Consistorio fue la modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). «Ha sido una operación ingeniosa, que ha tardado en el tiempo, pero que al final era la única posibilidad que había», especifica la edil.
Esa modificación del planeamiento consiste en los que se denomina técnicamente como «transferencia de aprovechamientos urbanísticos». «Vimos qué edificabilidad tenía el edificio de la Alcoholera y otro solar residencial que hay detrás, y la hemos trasladado a otra zona del barrio», comenta María Álvarez.
El solar que recibirá el propietario de la Alcoholera es el que siempre se pensó para el centro de salud, ubicado junto a la avenida de Brasilia. «Cuando vimos el planeamiento, vimos que estaba calificado como residencial y no como equipamiento sanitario», recuerda la concejala de Urbanismo.
Esto facilitó la operación pero obligó al Ayuntamiento a buscar un nuevo solar para recalificarlo como equipamiento sanitario. «Optamos por una zona central del barrio, que ahora mismo está calificado como espacio libre de uso público, en la calle Padilla, entre el edificio de 11 plantas que destaca en esta parte de Pan y Guindas y la zona infantil», especifica.
Toda esta operación urbanística se plasmó en un proyecto de regeneración del barrio elaborado por los arquitectos José Antonio Villahoz y Francisco Javier Doyague que para su aprobación definitiva ha requerido un informe del Consejo Consultivo, al afectar a espacios libres de uso público y zonas verdes.
«Ya habíamos recabado los informes favorables de las administraciones y el último paso era el informe del Consejo Consultivo, que se recibió el 5 de diciembre, así que solo queda la aprobación definitiva en el pleno municipal del próximo enero», comenta María Álvarez.
Con el visto bueno de la Corporación, el Ayuntamiento contratará la gestión y aplicación en el planeamiento de esos cambios urbanísticos a una empresa. «Hay que ordenar detalladamente todos los cambios. No es un proceso muy complicado pero llevará dos o tres meses», especifica la responsable de Urbanismo. Cuando se complete ese trámite, la Alcoholera será municipal y el Ayuntamiento tendrá vía libre para desarrollar allí su proyecto de conversión en un centro cívico y cultural.
El futuro. Aunque todavía no hay un documento oficial, las concejalías de Servicios Sociales y Juventud llevan meses diseñando un plan funcional que determine los posibles usos que albergará el edifico. El Ayuntamiento ha aprovechado la operación para incrementar el volumen edificable de la Alcoholera, de forma que se pueda aprovechar tanto las dos plantas como el torreón. «Lo destinaremos a lo que ha pedido el barrio desde hace muchos años, a un centro cívico», sostiene Álvarez.
Su puesta a punto costará, según cálculos del equipo de Gobierno, al menos 800.000 euros, pero es una cifra provisional. Lo que sí parece seguro es que se recurrirá a los fondos europeos de la Estrategia para el Desarrollo Urbano Sostenible Integrado para desarrollar el proyecto. Las cargas que recaen sobre estas propiedades pasarán al nuevo terreno asignado al todavía propietario, al que también se aumenta su edificabilidad.
Además, una vez que se apruebe la operación, el Ayuntamiento pondrá a disposición de la Junta de Castilla y León el nuevo solar para la construcción del centro de salud, otra de las reivindicaciones históricas de Pan y Guindas. Y todo ello, antes de las elecciones municipales.