Álvaro García, novillero: «Guardo unas grandes sensaciones del día de mi debut con picadores»

Jorge Cancho
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«Soy un chico muy tranquilo, en buena parte por la confianza que tengo en mis posibilidades»

Este joven de San Sebastián de los Reyes (Madrid) cumplirá el próximo mes de junio 18 años de edad, si bien en marzo debutaba ya con picadores en la francesa de Samadet donde dio dos vueltas al ruedo tras sendas peticiones y se llevó una cornada de dos trayectorias de 15 y 12 centímetros. A lo largo del año y medio de novillero sin caballos mantuvo una enorme regularidad en el triunfo durante los 74 paseíllos que realizó, lo que le valió, entre otras cosas, para recibir el ‘Premio de Mejor Novillero 2014 Antonio Bienvenida’. Este año se lo plantea de rodaje para ir cogiendo la experiencia que requiere el nuevo escalafón.

Hace menos de un mes debutaba con caballos: dos vueltas con sendas peticiones y una cornada con dos trayectorias. ¿Qué tal se encuentra del percance?

La cosa va evolucionando muy bien y estoy contento de cómo ha ido todo. Lo que más me preocupaba era el cuádriceps ya que quedó muy afectado, pero gracias a Dios y en un tiempo récord se ha ido recuperando bastante bien.

¿Cómo vivió esa fecha tan importante en Samadet?

Soy un chico muy tranquilo y esas citas importantes las llevo con una tranquilidad sorprendente, de ahí que pudiera disfrutar plenamente no solo ese día, sino los días previos. En ningún momento me sentí presionado por la situación, así que guardo un grato recuerdo y unas muy buenas sensaciones de ese día.

¿De dónde emana esa tranquilidad?

No sé si será genético, pero más bien me inclino a creer que cuando alguien confía a tope en sus posibilidades, como es mi caso, la seguridad es mayor.

¿Por qué el debut en Francia?

La de Samadet fue la primera empresa en ponerse en contacto con nosotros. Su deseo era que mi debut fuera allí, así que cuando te dan tanta confianza creo que lo lógico es corresponder. Además, qué duda cabe, también influyó que fuera a principios de temporada.

¿Qué tal se encontró ante los utreros?

Sobre todo con el primero me encontré muy a gusto y disfruté muchísimo lidiándolo. Luego, el segundo mío, que fue el más peligroso y el que menos valió de la novillada, ese me complicó más las cosas. Pese a ello estuve por encima de él hasta que llegó el percance y aún así me levanté, maté al novillo y me fui por mis propios pies a la Enfermería. La verdad que para mí era un paso importante.

Sí, porque era su bautismo de sangre...

Era la primera cornada que recibía en mi carrera, si bien con anterioridad había sufrido percances de otro tipo, ya que con la espada me corté un tendón que me impide levantar hacia arriba el dedo meñique de la mano izquierda.

Las dos últimas temporadas sin caballos, muchas novilladas y  triunfos a tutiplén

Desde que me vistiera de luces a mediados de 2013, la nota dominante ha sido la regularidad en el triunfo, algo que resulta fundamental para poder ver más cerca los sueños que uno tiene.

Entre los premios más importantes que ha recibido, el de Mejor Novillero de 2014 Antonio Bienvenida imagino...

En cuanto  a relevancia, desde luego. Ha sido el más importante de cuantos he tenido a nivel profesional. Además, ha habido otros  muchos como el de Fuentesaúco, el de Nájera..., amén de haber sido el triunfador en muchas ferias. A nivel personal, los de San Sebastián de los Reyes han sido muy especiales al tratarse de mi tierra.

¿A quién debe este dulce veneno taurino que lleva en el cuerpo?

A mi padre. Él fue aficionado práctico de los de antes, toreaba por pura satisfacción personal, habiendo lidiado muchísimos festivales. Con él comencé a ir al campo y a los 9 años me inscribí en la Escuela Taurina de Colmenar.

¿Su madre qué piensa de todo esto?

Cuando toreo pasa malos tragos, pero es algo que acepta ya que no le queda otro remedio. La única condición que me puso fue que siguiera estudiando dado que hay que tener un Plan B en caso de que en el futuro la cosa no funcione.

Las ganas de vestirse de luces le agudizaron el ingenio...

Así es. Oficialmente debuté como novillero sin caballos el 7 de julio de 2013 en Fuentesaúco, cuando ya tenía los 16 años reglamentarios cumplidos, pero antes ya había lidiado alguna novillada. La primera, el mismo día que cumplía 13 años en Monteagudo de las Salinas (Cuenca) y otra a los pocos días en tierras de Albacete, concretamente en Villapalacio. Allí me tuve que pasar por huérfano para poder hacer el paseíllo. Una anécdota que recuerdo con mucho cariño, entre otras cosas porque corté un rabo al novillo. Trucos con el único fin de torear cuanto antes.

Háblenos de su concepto. ¿Cuál es su tauromaquia?

Desde el primer momento me he inclinado por el toreo clásico, el que te hace entrar en el circuito de las grandes ferias. Me gusta coger a los animales muy alante, dejarlos lo más atrás posible y todo ello con la máxima torería y prestancia posible. Y en eso estamos trabajando.

El torero con el que más se identifica...

Me gusta de una manera muy especial José Mari Manzanares. Su padre fue un figurón de esto y siempre será recordado, pero el hijo tiene una torería y elegancia innata a la hora de hacer las cosas a los toros. Es increíble lo bien que torea, lo fácil que lo hace y lo difícil que es hacerlo luego como lo hace él.

«La competencia la asumo como una motivación extra»

En el nuevo escalafón que acaba de estrenar, ¿teme la gran competencia que existe?

En absoluto. La competencia lejos de verla como una presión o responsabilidad añadida la contemplo como una motivación a mayores por llegar a ser aquello que siempre he querido.

¿Principales rivales a batir?

Hay un elenco grande, pero entre todos ellos destacaría a Ginés Marín y Varea,  sin olvidarme de Álvaro Lorenzo, Espada...

¿Cómo se han planteado la presente temporada?

Va a ser una temporada de rodaje, como es de imaginar. Trataré de torear el mayor número de novilladas posibles para ir cogiendo esa experiencia que es necesaria para poder acceder a plazas de mayor compromiso.

¿Dignificando siempre la profesión o todo vale?

Desde luego que no todo vale. Uno tiene que tener unos principios y ser consecuente con ellos, en definitiva, ser un profesional digno.

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