C on el objetivo de construir música Federico Acitores y su mujer, Ana María de la Cruz, se iniciaron como pequeños artesanos en 1983 en un taller de organería localizado en Torquemada. Treinta años después y con doce trabajadores a su cargo, abrían ayer sus puertas a un grupo de organistas procedentes de distintas zonas de Alemania.
«Nos interesa mucho la música clásica de España y solo se puede representar en un órgano auténtico», explicó el catedrático Christoph Reinhold Morath. Por este motivo, durante nueve días recorrerán España analizando los instrumentos más llamativos de Madrid, Tordesillas, Palencia y Burgos.
Los germanos, que ya habían visitado en otras ocasiones nuestra cultura musical repartida por otros puntos de la geografía, apreciaron que los órganos españoles tienen unas diferencias «fundamentales» con los de su país. «Aquí son de dimensiones más pequeñas. La variedad y las diferencias del sonido son distintas también. La música española es más para teclado mientras que los alemanes son más de teclado y pedal», señalaron.
órganos repartidos por toda la geografía. Una de las últimas creaciones españolas se está gestando en el Taller Acitores. Lleva unos nueve meses en construcción y ya emite notas, aunque todavía suenan desafinadas. Con 3 teclados, 46 registros y 2.000 tubos y realizado en madera de roble, su destino será la iglesia de San Jaime de Benidorm.
No es el único órgano palentino presente en la zona de Levante. Santa Gema de Barcelona alberga en su interior el «órgano más grande construido en Castilla y León en toda la historia», contó orgulloso de su obra Federico Acitores.
Como consecuencia de la guerra, Cataluña y Asturias se vieron muy afectadas en cuanto a pérdida de órganos, por lo que ahora la mayoría de los que hay en esas zonas son de nueva construcción, muchos procedentes de la artesanía cerrateña.
Por el contrario, Andalucía y Castilla y León han mantenido más instrumentos patrimoniales, muchos de ellos restaurados por el taller torquemadino.
«Cuando ves la cara a un órgano enseguida sabes de quién es», asegura Federico Acitores, aunque no tiene un sello identificativo de su obra. «Depende de si es para una iglesia, va a ir a un conservatorio o a una casa particular».