Una casulla funeraria del XVI de la iglesia de Lobera recupera su vistosidad

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La vestidura ha sido restaurada gracias a la colaboración económica de la familia Calderón-Ruiz, de Aguilar de Campoo

Una casulla funeraria del XVI de la iglesia de Lobera recupera su vistosidad - Foto: DP

La parroquia de San Andrés Apóstol de Lobera de la Vega posee una rica casulla funeraria que  perteneció al obispo Don Andrés Santos de San Pedro. Confeccionada  en seda, algodón, hilos de oro, terciopelo rojo, sarga, damasco y bordado erudito, este tipo de casulla era utilizado en las liturgias funerarias de ricos hombres, nobleza y alto clero, según explica el delegado diocesano de Patrimonio, José Luis Calvo, que asimismo comenta que en la cenefa central, tanto por la parte delantera como por la  trasera, hay bordados grutescos y calaveras con su  tibias, alusiones a la muerte, muy  usados  en este tipo de tejidos del  siglo XVI. El fondo  sobre el que se colocaba la cenefa central era de  terciopelo negro, rematado con  galones de oro.  

José Luis Calvo explica que la casulla se encontraba en muy mal estado, ya que el terciopelo  original había  desaparecido y  había sido reemplazado en el siglo XIX por una  tela muy ordinaria,  que además  se encontraba rota, roída por ratones,  llena de suciedad y  humedad. En la parte delantera habían desaparecido  fragmentos del bordado de las calaveras y muchos de sus hilos se encontraban  sueltos y  rotos.

En 2008, la casulla, a través de la Delegación Diocesana de Patrimonio, llegó a la Escuela de Artes y Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales  Mariano Timón, donde se sometió  a  una desinfección, tratamiento y estudio.  La especialidad de Textiles se encargó asimismo de realizar el proyecto de restauración. Gracias a la colaboración económica de  la familia Calderón -Ruiz, de Aguilar de Campoo, ha sido restaurada  por  la empresa Santa Rufina de Madrid.

La casulla será presentada en  la parroquia de  Lobera de la Vega en breve, y en ese momento se  explicará todo el proceso  llevado a cabo para  su recuperación. «Otra joya de nuestro rico patrimonio  ha sido  salvada, y ahora  esperamos que  sea conservada  como se merece y todos podamos disfrutar de ella», subraya José Luis Calvo.

El delegado de Patrimonio señala que Andrés Santos de San Pedro nació hacia 1529 en Quintana de la Vega (posteriormente pasó a  llamarse Quintanadiez de la Vega por influjo de esta noble e ilustre familia). Obispo de Teruel  y  arzobispo de Zaragoza,  mrió en 1585 en Monzón (Huesca) a los 56 años. Enterrado en la Seo de la  capital aragonesa, en 1646 sus restos fueron trasladados a su pueblo natal, según había  dispuesto en su testamento. Esos reposan en un rico  mausoleo  construido en  la pared del presbiterio de la iglesia parroquial de este pueblo de la Vega palentina.

Miguel Santos de San Pedro, natural de  San Martín del Obispo y, a la vez  prelado  de Solsona y arzobispo de Granada, enterrado también en la iglesia del Salvador de Quintana fue quien ejecutó todas las mandas  del testamento de su tío.

Calvo comenta asimismo que Andrés Santos, primer propietario de la casulla, fundó mayorazgo en Quintana y dos muy ricas capellanías. Dejó como capellán  mayor a su sobrino, Bartolomé Santos de Risoba, obispo y señor de Sigüenza. Fue su  albacea principal  y propietario. Posteriormente la casulla pasó a ser propiedad de otro sobrino,  obispo de Ciudad Rodrigo en el siglo XVIII  y nacido en  Lobera,  José Diez Santos de San Pedro, que fue el que fundó capellanía en  la parroquia de Lobera  y  la dejó como  bien propio de  ella para  celebrar las misas exequiales en su memoria.