Bajo un sol asfixiante y bajo la árida tierra se encuentra el yacimiento de Dessobriga, un hábitat que remonta a la Edad del Hierro y se extiende hasta la época del imperio romano.
En 2013, de la mano de Margarita Torrione, francesa nacida en Támara de Campos, y con el apoyo de la Sociedad Arqueológica de Bron (Francia), comenzó el proyecto. Se llevaron a cabo campañas de fotografía aérea, así como una extensa prospección geofísica que revelaron claros indicios de una ocupación en el terreno tiempo atrás.
Tras presentar el proyecto ante las instituciones públicas, la Diputación, la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento de Osorno y el Ayuntamiento de Melgar de Fernamental (Burgos) accedieron a colaborar con el plan. «Quizá, uno de los aspectos que más han gustado al presentar el proyecto ha sido que la financiación es mixta, no va a provenir sólo de las instituciones públicas, sino que también se compone de una parte privada que procede de la sociedad francesa» afirma Margarita Torrione, que resalta los aspectos más positivos del proyecto. «En tiempos de crisis es un alivio saber que no sólo es una parte la que tiene que poner todo el montante», apostilla.
Desde el 14 de julio tiene lugar la primera fase de las excavaciones, que durará hasta el 9 de agosto. Se trata de un sondeo inicial en los puntos más importantes del páramo, cuatro catas exactamente, donde esperan encontrar los hallazgos mas evidentes que han denotado las pruebas hechas en 2013.
descubrimientos. Una cabaña que puede datar del S. IX u VIII a.c y un muro de protección vaccea son los primeros tesoros que Margarita y su equipo han desenterrado. Los indicios apuntan a que una necrópolis puede hallarse en la parte baja del páramo. Restos de animales, algunos dientes y cerámicas decoradas son pequeños elementos que ya han aparecido en Dessobriga y que aportarán al equipo información sobre quiénes habitaron el poblado.
La interpretación del material resulta complicada en un primer momento. Requiere un exhaustivo proceso de limpieza y tratamiento de las piezas y después su correspondiente analítica, pero esto no supone una traba para los ilusionados arqueólogos.
Francisco Javier Abarquero Moras y Jaime Gutiérrez Pérez, arqueólogos que están al frente de las excavaciones resaltan la importancia del proyecto a pesar de que sea «una iniciativa a largo plazo, cuyos resultados más significativos se conocerán con el paso del tiempo».
El hecho de que sea un equipo mixto hispano-francés, el que desarrolla el proyecto es una seña de identidad para el mismo.
La chispa que prendió el fuego fue Margarita Torrione, catedrática de la Universidad de Saboya, quien observó y estudió las tierras cuando eran simplemente de cultivo.
Su vinculación con la sociedad francesa arqueológica de Bron (que actúa sin ánimo de lucro) de la cual su marido, Jean François, es el presidente, ha hecho posible que jóvenes voluntarios franceses y amantes de la arqueología como Simon Cahanier, Eva Lemaitre y Alexandra Cardullo, colaboren trabajando en el proyecto, además el equipo técnico de trabajo lo aporta la sociedad. Más instituciones colaboran, como el Ayuntamiento de Osorno que financia los gastos del hotel en el que se hospedan los voluntarios, o los propietarios de las parcelas, Mariano García de la Hoz y Amelia Cuesta García, que han autorizado las excavaciones.
«Hay que crear historia, construir imágenes que no están en el imaginario colectivo» asegura Margarita «debemos forjar la identidad de esta tierra», añade.
«Puede que este proyecto no se convierta en una Olmeda II, pero aun así, no deja de ser importante, es necesario saber qué paso aquí hace siglos, por qué aquí, con qué fines y de este modo la gente podrá conocer datos sobre la tierra en la que vive» puntualiza la arqueóloga francesa.
«Palencia tiene más historia de la que nosotros conocemos y hay que descubrirla», concluye a pie de yacimiento.