Un pueblo joven, pero con historia

Andrea Benito
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Vallejo de Orbó es una localidad situada en el norte de la provincia de Palencia que nació a principios del siglo XX al abrigo de la industria minera. Comenzó siendo una Colonia Obrera, pero con el paso del tiempo adquirió la categoría de pueblo.

Imagen de uno de los edificios de las minas que operaban en la localidad de Vallejo de Orbó. - Foto: Julio García Solís

Aunque casi todo el mundo sabe que la localidad de Vallejo de Orbó siempre ha estado ligada al desarrollo de la minería, muy poca gente es consciente de que antes de constituirse como pueblo, este territorio situado en el norte la provincia de Palencia nació siendo una Colonia Obrera dependiente de las minas de Orbó. Por aquel entonces, esta última localidad contaba con siete vecinos y dentro de su término municipal, muy próximo a la línea férrea tendida por la Compañía del Norte entre Quintanilla y Barruelo existía una mina de carbón prácticamente inexplorada. Todos los pueblos situados cerca de lo que ahora es Vallejo ya existían y allí donde se abría un nuevo pozo se construían las viviendas necesarias para los obreros que en ese momento allí trabajaban.  

Así, a principios de siglo -en 1909- y tras la adquisición de la mina por parte de la Carbonera Española, empezó a construirse la denominada Colonia Obrera de las Minas de Orbó. La construcción del pueblo se extendió hasta el año 1920, por lo que no resulta descabellado hablar de Vallejo como la materialización perfecta de lo que sería una localidad inventada. Este hecho determinó por completo la morfología, el diseño y la estética del núcleo, completamente distinto al resto de las poblaciones de la comarca, caracterizadas por la influencia del arte románico. Vallejo, por el contrario, nació hace poco más de cien años, lo cual no significa que su historia y su patrimonio arquitectónico sean menos importantes que el del resto de las localidades, sino que presenta una serie de particularidades que le hacen ser aún más especial.

Fotografía de lo que en su momento fue el sanatorio que daba cobertura a los mineros asentados en la Colonia Obrera de las Minas de Orbó. Fotografía de lo que en su momento fue el sanatorio que daba cobertura a los mineros asentados en la Colonia Obrera de las Minas de Orbó. - Foto: Julio García Solís UN PUEBLO PRÓSPERO Y PIONERO. Poco a poco, la Colonia fue creciendo hasta alcanzar en sus años de máximo esplendor una cifra cercana a los 2.000 habitantes, convirtiéndose en un pueblo próspero y pionero en muchas facetas. Vallejo es una muestra perfecta del paternalismo industrial, una tendencia empresarial en la que el patrono era el encargado de darles a sus empleados todos los servicios necesarios para desarrollar su vida. Su control no se limitaba al entorno de la fábrica -o en este caso de la mina- sino que pretendía extender su influencia en todos los espacios que formaban parte de la vida cotidiana. El objetivo de esta estrategia era atraer y fijar a la población puesto que los mineros constituían una valiosa mano de obra cualificada. De esta forma, en un breve período de once años, los mineros construyeron quince edificios destinados a la vivienda de obreros, tres para dar cobijo a los empleados de la mina y nueve construcciones de carácter social, creando un núcleo surgido a partir de la nada. En la Colonia había todo lo necesario para que los obreros pudieran vivir de manera autosuficiente desde un sanatorio a una farmacia, un economato, un cuartel de la Guardi Civil, un casino, un servicio de vigilancia, varios comedores sociales, una peluquería, una oficina de correos, escuelas públicas, una caja de ahorros y otra de socorros, un círculo cultural, una Iglesia con su cementerio y hasta un cine que fue el primero en construirse en toda la provincia de Palencia. De hecho y para entender cuán pionera fue la localidad, la primera sala de proyecciones se abrió en Madrid en el año 1905 y el Cine Ideal de Vallejo se inauguró en 1912, a la vez que el Cine Doré, que fue el segundo a nivel estatal. En cualquier caso, todas estas construcciones eran propiedad de la empresa.

La vida en Vallejo transcurría en torno al desarrollo de la minería, pero a la vez fueron surgiendo distintos colectivos y servicios públicos que lo convirtieron en ejemplo a seguir entre los municipios de la comarca. De esta forma, la Colonia formó su propia Banda de Música y progresivamente se fueron estableciendo servicios como el alumbrado público, un recurso insólito en la segunda década del siglo XX en gran parte del país; un servicio de agua potable, saneamiento y recogida de basuras que garantizaba la higiene pública; un servicio telefónico que conectaba el pueblo con la estación de ferrocarril de Cillamayor y que según Becerro de Bengoa fue el primero de la entonces Castilla la Vieja; o un canal subterráneo que en palabras de Malo de Molina fue «el único navegable en el interior de una mina de carbón en España». A todo ello hay que sumar la existencia de plazas, parques y jardines que fueron confiriéndole a la Colonia Obrera una estructura cada vez más completa. Se extendió también durante esta época el denominado sindicalismo amarillo, es decir, los trabajadores defendían sus intereses a través de un órgano que había sido creado y era directamente controlado por los empleadores.

Vista general de Vallejo en una fría mañana de invierno durante los años 70. Vista general de Vallejo en una fría mañana de invierno durante los años 70. - Foto: Julio García Solís AUGE Y DECADENCIA. Durante los años dorados de la minería en España, la Colonia fue progresando hasta alcanzar la categoría de pueblo en 1954, superando en población a muchas de las localidades de su entorno. Sin embargo, la crisis del sector hizo que en el año 1969, con el cierre de las minas, se iniciara el declive de la localidad y del valioso patrimonio industrial que había atesorado durante estas décadas.

Las empresas propietarias de las minas se olvidaron por completo de conservar los múltiples edificios y viviendas que se habían construido para albergar y dar servicio a los mineros que allí trabajaban, por lo que progresivamente las edificaciones fueron degradándose hasta encontrarse en el estado  de deterioro que presentan hoy en día.

UN PUEBLO QUE SE NIEGA A DESAPARECER. Por suerte, los vecinos de Vallejo siempre se han caracterizado por su lucha a favor de la conservación de la arquitectura industrial que determina la localidad y, en múltiples ocasiones han participado de manera independiente o a través de la Asociación para la Recuperación del Patrimonio Industrial (ARPI) en distintas actividades encaminadas a mantener la estructura de este pueblo cuya corta pero intensa historia queda reflejada en sus calles y edificios, muchos de ellos aún propiedad de la empresa privada.

Además, a través de la Asociación de Vecinos de Vallejo, se ha solicitado a las distintas instituciones públicas y a la empresa propietaria de las minas que se comprometan a conservar esta joven localidad que se niega a ver como el paso del tiempo acaba por enterrar su historia.