Existe un lazo humano enorme que cruza el Atlántico y une dos territorios bien distintos, pero con mucho en común: Palencia y Honduras.
La Asociación Solidaridad Globalizada tiene sello palentino. No está adscrita a ninguna ONG internacional y, de hecho, su nacimiento responde a esa necesidad de transparencia que sienten muchos cooperantes y voluntarios. Los promotores de esta organización, constituida como tal hace poco más de un año pero en funcionamiento desde mucho tiempo atrás, son un grupo de amigos, la mayoría profesores del Instituto Virgen de la Calle.
«Pensamos que constituyéndonos como asociación podríamos trabajar en proyectos muy concretos, de una manera mucho más cercana», explica la periodista May Chaparro, miembro activo de Solidaridad Globalizada.
Desde su constitución formal en noviembre de 2010, han viajado en varias ocasiones a lugares como San Antonio del Norte, en Honduras, han posibilitado una treintena de becas para niños de aquella comunidad, todas con padrinos palentinos, y han llevado a cabo una gran multitud de actividades de concienciación aquí y allá, extendiendo ese lazo sobre un tema que consideran prioritario: la educación.
«Entendemos que es la idea central. Puedes ayudar construyendo casas o comprando comida, pero hasta que no consigas que un niño salga del círculo vicioso y aprenda a leer, estudie y se convierta en profesor de otros niños, esa comunidad no prosperará», explica Ricardo de los Mozos, otro cooperante de la ONG palentina.
«La mayor pobreza no está en la falta de recursos, sino en esa enorme brecha educacional abierta entre los niños del Primer Mundo y los del Tercero. Precisamente de ahí parte el grupo, cuando nos enteramos de que faltaba un profesor en un pueblo en los que trabajábamos y vimos que costaba 300 euros al año financiarlo. Y dijimos, ¿cómo es posible que estemos aquí, tomando un café, y no seamos capaces de juntar ese dinero?», añade Chaparro.
Para el desarrollo de los proyectos, colaboran con colectivos hondureños que realizan un seguimiento in situ. «Nosotros hacemos de intermediarios entre la ayuda y los proyectos», explica De los Mozos. «Ellos, al ser de allí, nos trasladan sus necesidades. Porque nosotros no vamos a enseñarles o a ayudarles, vamos a compartir. De hecho, cuando vamos, volvemos en deuda con ellos por todo lo que nos aportan».
La premisa sobre la que trabajan con los voluntarios palentinos es la confianza. «No es lo mismo apadrinar a un niño con una gran ONG y que te mande una carta y le envíes cosas por correo, a que tú envíes esa ayuda a través de una persona de aquí, que conoces, por ejemplo, como el profesor del instituto y en la que confías, que viaja y se la entrega en mano. A mí me emocionó enormemente ver la foto de Elio Moro entregándole a la niña que apadriné la camiseta que le di para ella», explica Chaparro.
De tú a tú
Este verano, una expedición de cooperantes palentinos visitará la comunidad de San Antonio del Norte para conocer los proyectos in situ con los que colabora desde aquí. «Es una correa de transmisión. Los que van, después le cuentan a las personas de su entorno lo que han visto y tal vez ellas después colaboren también», indica Chaparro. Además, han posibilitado una beca para que una estudiante hondureña venga a formarse al IES Virgen de la Calle. «Queremos que los palentinos entiendan que lo que para nosotros es un poquito, para ellos es mucho». Piden, eso sí, que esa colaboración se gestione charlando, de tú a tú, y no a través de una fría cuenta corriente. Más en solidaridadglobalizada.blogspot.com