Una verdadera fiesta. Eso es lo que ayer se vivió en la capital palentina con motivo de la celebración del Domingo de Ramos, una de las jornadas más esperadas y entrañables de la Semana Santa. El tiempo fue el primer aliado de esta jornada, ya que desde primera hora del día el sol lució y permitió que todos los actos se celebraran según lo previsto y que, además, acudiera un gran número de personas a participar en ellos.
La Capilla del Santo Sepulcro, cofradía organizadora de esta procesión, acogió la bendición de ramos antes de salir con la imagen de La Borriquilla (Víctor de los Ríos de 1956) hacia la Catedral, donde se celebró una eucaristía oficiada por el obispo de la Diócesis, Esteban Escudero. En la homilía recordó la importancia de los días que se celebran, donde se pasa de la alegría del Domingo de Ramos al luto del Viernes Santo, «pero con el ofrecimiento de la Salvación a quien quiera aceptarlo».
Cada Cofradía, desde su sede, se acercó hasta la plaza de la Catedral, desde donde se partió en procesión por las calles de la ciudad en un día en el que los niños volvieron a ser los verdaderos protagonistas.
Y es que la Procesión de la Entrada de Jesús en Jerusalén es una de las más alegres de la Semana Santa, ya que los más pequeños disfrutan acompañando a una de las imágenes más queridas de Semana Santa en la capital. Como manda la tradición, los cofrades cumplieron portando sus palmas para recibir al Señor, al que también esperaban por las calles de la ciudad miles de personas. Al salir de la Seo, los cofrades agitaron las palmas para mostrar su alegría por la llegada de Jesús, al igual que lo hiciero al llegar a la sede del Santo Sepulcro en señal de despedida.
Precedida por la Banda de Tambores y Cornetas del Santo Sepulcro, la popular Borriquilla -en la que se puede ver a Jesús sentado a lomos de un pollino en actitud de bendecir a los presentes y tras él a una joven que sujeta de la mano a un niño- estuvo custodiada por niños de todas las cofradías y por miembros del Cuerpo Nacional de Policía, hermano honorario de la cofradía organizadora de esta procesión.