El olvido ha transformado a muchos pueblos palentinos en bastiones de la memoria. Antes, llenos de vida, hoy en día observan el transcurso del tiempo, desde una butaca privilegiada, hecha con sus longevas historias.
Para paliar la brecha que el olvido abre, deteriorando estas localidades, la Diputación de Palencia ha puesto en marcha, un año más, el programa A Huebra, destinado a recuperar todas esas historias olvidadas.
El objetivo de esta acción de la Institución Provincial es la restauración de espacios degradados, entornos emblemáticos y lugares dedicados a la cultura popular de los pueblos palentinos.
Por ello, la pequeña localidad norteña de Gramedo, se sumó a estas ayudas para poner en valor su rico patrimonio natural y cultural.
De este modo, los gramedenses se pudieron beneficiar en este año de las ayudas de la Administración Provincial. Fondos por valor de 600 euros, que han servido para adecentar y recuperar las fraguas, los parques, el pilón y las fuentes, así como para sanear la Casa del Pueblo.
Además, estos programas han requerido la implicación voluntaria y vecinal de los habitantes de Gramedo, que se han sumergido en la ardua tarea de embellecer la localidad, devolviendo a la vida estos espacios que se habían degradado con el paso del tiempo y que habían quedado en el olvido con el éxodo rural.
UN PUEBLO LLENO DE HISTORIA. Gramedo es un importante lienzo de la historia de la provincia, enclavado al pie de las montañas cerveranas. El pueblo y su entorno, fueron zona de tránsito y asentamiento de antiguos pobladores peninsulares.
Un dolmen prehistórico traza las primeras pinceladas en la historia de esta pequeña localidad norteña, que continuó siendo dibujada por pueblos celtas, que dejaron su impronta en forma de vestigios.
El inmenso poder de Roma ha marcado de por vida al pueblo palentino con sus calzadas y el importante tesoro romano de Gramedo. Hallado de forma casual en el verano de 1937, en el interior de un vasija de cobre y que albergaba más de 50 kilos de monedas de oro.
La Edad Media, y en concreto, el arte románico, volvió a pintar el importante lienzo gramedense, gracias a la iglesia de San Miguel Arcángel, que encierra un rico patrimonio artístico en forma de capiteles.
Siglos más tarde, la despoblación hizo virar los usos y costumbres de la localidad. De la economía de subsistencia, a convertirse en un lugar de retiro y descanso.
Su censo, que se ha visto reducido a 15 habitantes, se multiplica exponencialmente en verano, llenando la localidad de niños y jóvenes dispuestos a dar una inyección de vida a este pueblo norteño cargado de historia y vivencias. Rescatando de las profundidades de la memoria a Gramedo.