Baños de Cerrato nutre este fin de semana sus raíces visigodas. Lo hace con su Feria, por segundo año, y desde la suerte de haber nacido en el entorno de la iglesia de San Juan, el templo que mandó construir el rey Recesvinto en el año 661 y que pervive como recuerdo del dominio de este pueblo germánico en la Península Ibérica.
Teatro, exhibiciones, música y gastronomía se citaron durante la jornada de ayer y lo harán durante la de hoy, para descorrer el velo de la historia y recordar a sus herederos cómo rezaba, vestía, luchaba o, simplemente, vivía un pueblo que otrora construyó un poderoso reino.
La celebración de una misa por el rito hispano visigótico-morázabe que tuvo lugar ayer en la Basílica de San Juan de Baños fue, sin duda, la forma más poderosa de introducirse en la época visigoda. Aunque esta celebración se lleva a cabo desde la década de los 70 del siglo pasado, no ha perdio un ápice de efectividad para explicar la forma de entender el mundo que tenían los habitantes de estas tierras durante el siglo séptimo.
Sin entrar en disquisiciones, conviene recordar que el rito hispano es una de las seis formas de celebración de la Eucaristía que se desarrollaron durante los primeros siglos de la Iglesia Católica.
Fue utilizada por los cristianos hispanorromanos y, según avanzaron los siglos, se fue enriqueciendo, destacando, primero, la aportación de los grandes Padres de la Iglesia visigoda; y, más tarde, de los cristianos que permanecieron bajo dominación musulmana.
La fracción del pan que Jesús enseñó a los apóstoles tiene ahora la forma del rito romano -el que finalmente se impuso- pero en el hispano-visigótico se divide en nueve partículas que evocan los misterios de la vida de Cristo: Encarnación, Nacimiento, Circuncisión, Aparición, Pasión, Muerte, Resurreción, Gloria y Reino.
Si la eucaristía romana es sintética y esquemática, la del rito hispánico luce más como un diálogo entre los asistentes y el Señor, a través del sacerdote. En esta conversación tienen una enorme importancia las plegarias y cantos que, ayer, fueron interpretadas por el Coro Vox Vitae, dirigido por Jorge L. Colino.
Una lección de historia y cultura en toda regla que continúa fuera de la basílica gracias a la Feria instalada en su entorno. Allí, a traves de una veintena de puestos, los más curiosos pueden conocer otras partes de la cultura visigoda, más vinculadas al día a día.
A través de exposiciones, talleres infantiles y recreaciones, se puede descifrar desde cómo encendían y alimentaban el fuego hasta la forma en la que trataban y cosían el cuero. Ante el espectador que acude a esta feria se abre un verdadero manual de vida del visigodo: su forma de vestir, la habilidad para tallar cuernos o crear preciosas obras de orfebrería; su dominio de la escritura en papiro y perganimo o las técnicas constructivas con adobe que hacían posibles sus viviendas.
En defnitiva, Baños de Cerrato ofrece este fin de semana un auténtico viaje por su historia. Hoy, desde las 12,30 y hasta las 23 horas, tiene la última oportunidad de sacar un billete.