Crema de morcilla, bombón de foie, capón asado, leche de los monjes de La Trapa, lechazo churro, alubias de Saldaña, brazo de San Lorenzo, vino de Arlanza y cerveza de Torquemada. Son sólo algunos de la amplia gama de productos que forma parte de la marca de calidad Alimentos de Palencia. Buena parte de ellos son únicos y excepcionales porque no se producen ni elaboran en ningún otro sitio o por su carácter innovador, pero todos tienen en común su elevado nivel de calidad y seguridad alimentaria. Entre todos han conseguido que Palencia suene cada vez con más fuerza en el ámbito gastronómico del país.
La última acción promocional de Alimentos de Palencia se celebró en Bilbao a finales del pasado año y entre los asistentes se encontraban varias estrellas Michelín que no sólo conocían los productos, «sino que decían tener en sus cocinas estas morcillas, cecinas o quesos», afirma con orgullo Javier Labarga, presidente del Centro Tecnológico de Cereales de Castilla y León (Cetece), organismo que se encarga del control de Alimentos de Palencia.
La Diputación Provincial de Palencia creó hace ahora diez años este distintivo de calidad para respaldar y ayudar a la industria agroalimentaria, que se erige como la más importante del sector secundario de la provincia con 252 empresas, el 12 por ciento del total de Castilla y León. Para ello, la Institución Provincial elaboró y aprobó un reglamento muy estricto que, asegura la vicepresidenta primera de la Diputación, Ana Asenjo, ha servido de modelo a otras Administraciones, al garantizar unos elevadísimo niveles de calidad.
Ha sido precisamente la exigencia de esos requisitos junto a la innovación y apuesta de los empresarios lo que ha propiciado que «al cabo de una década los productos de Alimentos de Palencia sean sinónimo de prestigio», indica Asenjo.
«Cuando el cliente pide referencias y les explicamos que la mayoría de nuestros productos están distinguidos con la banda dorada -que avala que han sido producidos, elaborados y transformados en la provincia- le da un plus a mayores, una garantía más de la calidad que ofrecemos», asegura Manuel de Prado, director comercial de Selectos de Castilla y representante de las empresas en la Comisión de Decisión de la Marca.
En los cinco primeros años de vida del marchamo se produjo una avalancha de solicitudes de productores y empresas que aspiraban a conseguir el distintivo, aunque las solicitudes bajaron en los años siguientes, relata Javier Labarga. Después se abrió a restaurantes y minoristas de la provincia.
En su décimo aniversario, la marca cuenta con 130 empresas bajo su paraguas, 90 de las cuales son productores agroalimentarios que ofertan un total de 362 productos entre lácteos, como queso, yogures y leche; cárnicos, encurtidos, embutidos, conservas, frutas, hortalizas, pan o dulces. Del total, 27 de las empresas son restaurantes y 13, comercios minoristas de alimentación.
La mitad. Las empresas agroalimentarias distinguidas con la marca representan el 46 por ciento del total de las que se contabilizan en la provincia, un dato que refleja la calidad de los productos que se elaboran en Palencia. «No todos pueden entrar; no es posible el aquí todo vale, hay que dejar fuera a los que no cumplan los requisitos y ser estrictos con quienes los incumplen para mantener y garantizar ese prestigio que se ha conseguido a base de mucho trabajo y esfuerzo durante estos años», apunta Asenjo.
Todos las empresas de la marca Alimentos de Palencia son sometidas a estrictos controles e inspecciones periódicas por parte de profesionales del Cetece que también analizan y comprueban que se mantienen la calidad e ingredientes de los alimentos en el tiempo. Este nivel de exigencia ha servido a muchos, asegura Asenjo, para poder acceder a otras certificaciones, como Tierra de Sabor, de ámbito autonómico.
Desde la Diputación de Palencia se impulsan cada año numerosas actividades de promoción de estos alimentos, empezando por la propia provincia para acercar al consumidor local los productos de su tierra a través de ferias y jornadas, hasta salir de España con presencia en ferias y eventos por diferentes países. Todas, puntualiza la diputada, se hacen con el consejo de las empresas y con datos que avalan que pueden resultar beneficiosas desde el punto de vista comercial y promocional.
También se oferta formación, un aspecto en el que se ha mejorado mucho y que ha conseguido hacerse a la carta y en función de las necesidades específicas de cada momento. Otra de las líneas de trabajo de la Institución es la promoción de los productos a través de medios especializados, con la contratación de módulos de publicidad o la publicación de reportajes donde se habla de una comarca vinculada a productos o empresas incluidos en la marca Alimentos de Palencia, añade Asenjo.
Importantes resultados está arrojando igualmente la participación en concursos impulsada por la Diputación que se hace cargo del pago de cuotas, del envío de muestras o la confección de las fichas técnicas. «Casi todos los años nos traemos premios de algunos como el Cinve (Concurso Internacional de Vinos y Espirituosos), pone como ejemplo, porque estos reconocimientos dan más prestigio a la vez que proyección.
Todas esas actividades y la presencia en diferentes eventos no estarían al alcance de muchos productores y empresarios sino llega a ser por la Diputación, reconoce Manuel de Prado que ve en la marca una herramienta de apoyo muy importante y que está llevando a muchas empresas a abrir nuevos mercados y posibilidades.
En cuanto al futuro, una vez cumplidos los diez años de vida y conseguido dar un lugar preferente a los productos palentinos, los retos que se plantea la marca pasan por mantener la presencia de Alimentos de Palencia en las principales vías de promoción, impulsar la exportación y seguir adaptando las medidas de apoyo a la demanda y necesidades de los empresarios. Y, sobre todo, continuar trabajando en prestigiar unos productos y alimentos que ya han demostrado ser únicos en calidad e innovación.