En la mañana del 25 de marzo de 1915 por la ciudad de Palencia empezó a circular un rumor que, a medida que avanzaba el día, se fue extendiendo, alterando el tranquilo ambiente existente. Por la tarde dicho rumor se convertía en oficial.
«Los rumores se han confirmado y por ello no tenemos inconveniente en hacer pública la sensacional noticia. Don Jerónimo Arroyo, diputado a Cortes por Astudillo, se ha separado del partido conservador, ingresando en el liberal»( El Día de Palencia, 25-3-1915). La noticia causó un gran impacto ya que Abilio Calderón, líder del partido conservador en Palencia, y Jerónimo Arroyo eran cuñados. Además hacía tan sólo un año que Jerónimo Arroyo se había iniciado en la política como diputado por el distrito de Astudillo-Baltanás, por petición expresa de Abilio. Podemos imaginar que todo el mundo estuviese sorprendido. Pero la noticia no fue más que el inicio de un ir y venir de comunicados periodísticos que terminaron aireando asuntos personales y familiares.
Tras la confirmación del rumor, llegó la comunicación oficial de Jerónimo Arroyo el 27 de marzo de 1915 a través de cartas enviadas a El Día de Palencia y El Diario Palentino. «Mi querido Abilio: Seguramente que ha de producirte alguna extrañeza mi carta, pero considero este el momento oportuno para manifestarte mi propósito de separarme del partido conservador,…».
La decisión de Jerónimo molestó mucho a Abilio que consideró que esta deserción «se puede llamar monstruosa (…) oblígame bien a mi pesar declarar públicamente que la condeno y que la considero como la interrupción definitiva de nuestras efímeras relaciones políticas y de los entrañables vínculos personales y de familia que nos unieron. En mal hora, pues tu solo lo quisiste, todo entre nosotros terminó». (Diario Palentino y Día de Palencia 29-3-1915).
Las duras palabras de Abilio hicieron reaccionar a Jerónimo Arroyo que, sintiéndose herido, criticó la forma en que Calderón mezclaba lo personal y lo político, «… no he de acompañarte nunca, ya lo tengo dicho, en esa política por ti practicada como en tu carta demuestras, que mezclas los ideales políticos con las cuestiones personales y que trae como consecuencia esa otra funesta de odios y violencias aquí planteada, que se traduce en palos, escándalos y tiros en el Ayuntamiento (..). Soy pariente y amigo, pero no siervo; no debo privarme de pensar y obrar como mi conciencia me dicte, para ser útil a mi país» (Diario Palentino y Día de Palencia 30-3-1915).
¿Una pugna por la herencia de Arsenia Arroyo?. En los estudios existentes sobre las figuras de Abilio Calderón y Jerónimo Arroyo se apunta como causa de esta ruptura y enfrentamiento, la pugna por la herencia de Arsenia Arroyo, hermana de Jerónimo y esposa de Abilio. En el testamento de Arsenia se indicaba que, tras su fallecimiento, Abilio recibiría la mitad de las propiedades de Arsenia y el usufructo de la otra mitad mientras viviera. Pero Arsenia redactó unas notas nuevas que no fueron incorporadas al testamento pero sí entregadas a su hermano Jerónimo. Según esas Abilio sería sólo el usufructuario de todos los bienes de Arsenia mientras él viviese, pasando posteriormente la propiedad a sus sobrinos, pero perdería dicho derecho si contraía segundas nupcias. La causa de la ruptura habría sido el incumplimiento de esas últimas voluntades por parte de Abilio Calderón.
Desmontando esta hipótesis. Arsenia Arroyo murió el 23 de marzo de 1909, pero la ruptura entre Abilio y Jerónimo se produjo seis años después. Demasiado tiempo entre ambos acontecimientos. De haber existido un problema tan grave a causa de la herencia éste se hubiese manifestado con anterioridad.
De hecho, la disputa por la herencia no cuadra bien con tres hechos. El primero es la carta que Jerónimo Arroyo envió a Abilio Calderón el 17 de mayo de 1910, tras liquidar la testamentaría de Arsenia:
«Querido hermano Abilio: Te acuso por esta recibo de las 136.665,20 pts. que han ingresado en mi cuenta corriente con fecha 27 del pasado Abril.
Dicha cantidad con la que aparece en la testamentaría y las 25.000 pts. que obran en tu poder para atender á la pensión de la buena Cesárea, (era la asistenta personal de Arsenia) así como las alhajas, ropas y muebles que me han entregado dan cumplimiento á lo dispuesto en las notas que dejó escritas y sin firmar mi inolvidable hermana y á lo que ella te manifestó en sus últimos días.
Me complazco en mostrarte mi reconocimiento por tu proceder, ya que legalmente ninguna obligación tenías de darlas cumplimiento.
No considero necesario decir más sobre tu elevada conducta que mucho te honra, que yo siempre te he de agradecer y enseñaré á mis hijos para que aprendan en tu ejemplo guardándote el cariño debido. Te abrazo a tu hermano que te quiere».
Esa carta la escribió Jerónimo un mes después de que Abilio Calderón se hubiese casado en segundas nupcias con Dolores Manrique. Sin embargo Jerónimo parece mostrarse más que satisfecho con la resolución de la testamentaria y muy agradecido con Abilio, al que reconoce que ha respetado las últimas voluntades escritas a mano y no incorporadas en el testamento, aunque no estaba obligado a ello.
El segundo elemento es la permanencia de Jerónimo Arroyo como Arquitecto Provincial. La Diputación Provincial de Palencia era una extensión del poder de Abilio Calderón. Como en otros casos, Abilio no hubiese dudado en pedir su cese inmediato al presidente de la Diputación de haber existido un conflicto entre ellos. Más aún, Jerónimo Arroyo fue el encargado de diseñar el nuevo palacio de la Diputación, además de ser el suministrador del material para dicha obra. De existir una mala relación entre ambos ese protagonismo en el edificio de la Diputación no hubiese sido posible.
El tercer elemento es aún menos comprensible. Abilio Calderón ofreció a Jerónimo Arroyo en 1914 ser candidato del partido conservador para el Congreso de los Diputados por el distrito de Astudillo-Baltanás, oferta que Jerónimo Arroyo aceptó. Esta oferta no hubiese sido posible de existir recelos o desconfianzas.
Las razones de la ruptura: pérdida de confianza e intereses económicos. Como hemos expuesto, Jerónimo Arroyo fue el arquitecto del palacio de la Diputación y también el suministrador del material para su construcción. Además, en calidad de arquitecto provincial, le correspondía certificar que las obras se estaban realizando según lo acordado. Demasiados intereses juntos denunciados en la prensa por el socialista Victoriano Zarzosa, que criticó no sólo el coste y estilo del edificio de la Diputación, sino también a Jerónimo Arroyo, como pusimos de manifiesto en otro artículo publicado en este medio el 14 de octubre de 2014.
Críticas que le llegaron también del partido liberal y del republicano. Pero las más molestas vinieron del propio partido conservador del que ya formaba parte desde marzo de ese mismo año. La comisión que velaba por la buena marcha de la obra mostró su disconformidad con el informe de Arroyo sobre la adecuación facultativa y económica de las obras. Nadie en el partido conservador salió en su defensa.
No sentó nada bien esta situación de indefensión a Jerónimo Arroyo, que presentó el 12 de octubre de 1914 su renuncia al cargo. Ésta no le fue aceptada hasta los primeros días de 1915 y no como renuncia, sino concediéndole una excedencia dada su condición de diputado a Cortes.
La otra causa tiene que ver con sus intereses económicos. Arroyo era presidente de la Sociedad Eléctrica Palentina. Dicha sociedad fue absorbida en octubre de 1914 por la Electra Popular Vallisoletana, propiedad de Santiago Alba, dirigente del partido liberal y ministro en 8 ocasiones. De aquí nació una amistad con unos fuertes lazos económicos, ya que Jerónimo Arroyo se convirtió en el presidente de la Electra Popular Vallisoletana en Palencia.
Por lo tanto, la pérdida de confianza en sus amigos conservadores, que no le defendieron de las críticas sobre el palacio de la Diputación, y la alianza económica con el líder castellano del partido liberal, determinaron este cambio de orientación política.
Relaciones cainitas. Tras la ruptura Abilio Calderón puso en marcha toda su maquinaria para desprestigiar y hundir a Jerónimo Arroyo. El primer paso fue la reclamación del importe de las letras que Arroyo tenía suscritas con la sociedad hijos de V. Calderón, por valor de 75.000 pts., concedidas el 2 de marzo de 1915 y cuyo plazo vencía el 31 de mayo. La sociedad comunicó a Arroyo que dicho plazo no se prorrogaría. Jerónimo Arroyo contraatacó y en junio de 1915 reclamó a Abilio la propiedad completa de los bienes de su hermana Arsenia, en base a las notas testamentarias que ésta había dejado sin firmar. Es ahora cuando surge el problema del testamento, como un elemento posterior a la ruptura y no como la causa de la misma.
Abilio movilizó entonces a sus «amigos y familiares». La Diputación retiró a Arroyo la excedencia de que gozaba como arquitecto provincial, lo que supuso la pérdida del cargo, pues era incompatible con su condición de diputado. En la prensa Luis Calderón, sobrino de Abilio, acusó a Arroyo de ser deudor y poco cumplidor en los pagos, en alusión al préstamo que tenía con la sociedad Hijos de V. Calderón.
Desde las páginas del semanario Carrión, Arroyo arremetió contra Eduardo Calderón, otro sobrino de Abilio, por haber sido nombrado agente de Expansión Comercial con un sueldo de más de 3.000 pts., sin otro mérito que su vinculación familiar. El debate se trasladó a El Diario Palentino en el que durante 6 días, entre el 4 y el 10 de octubre de 1915 se publicaron cartas entre Eduardo Calderón y Jerónimo Arroyo, criticándose mutuamente.
Finalmente Abilio intervino en el debate el 14 de octubre de 1915 ocupando las dos primeras hojas de El Diario Palentino, defendiéndose de todas las acusaciones y haciendo especial hincapié en la polémica del testamento, convirtiendo en público un asunto privado hasta ese momento. «Mi honor exige que haga públicas cosas íntimas, de las que quedan siempre reservadas a los secretos de familia», llegando a publicar algunas cartas personales entre Abilio y la familia Arroyo. «Respecto á don Jerónimo Arroyo, -terminaba diciendo en su largo artículo Abilio Calderón- no le concedo la más pequeña autoridad en ningún sentido para juzgarme. El sabe lo que yo fui toda la vida; yo también sé cómo él procedió siempre en todas las épocas de la vida».
El 15 de octubre respondió Jerónimo Arroyo, aireando los últimos datos de la pugna por la herencia con más cartas y documentos personales. Su larga misiva terminaba diciendo: «Un día, un sobrino; otro, El Día; después otro sobrino; luego El Diario; después S.E. (por Abilio Calderón). ¡Señores, ya me canso! (…) Ya hemos dado la primera batalla periodística de escándalo ¡sangrienta! ¡dura! ¡formidable! ¡Tiras de pellejo! ¡Girones de honor! ¡Política calderonista que llama contubernio a la cortesía, triste es tu sino! (…) ¡Veremos a quien me embiscan mañana!»
La prolongación del enfrentamiento. La batalla continuaría. Jerónimo Arroyo fundó dos periódicos. Primero el dominical Carrión y posteriormente El progreso de Castilla. Desde ambos trató de hacer frente a la prensa calderoniana, convirtiéndolos en órganos periodísticos y propagandísticos del partido liberal en Palencia.
Al terminar su mandato como diputado por el distrito de Astudillo-Baltanás, Jerónimo Arroyo se presentó nuevamente como candidato, ahora por el partido liberal, siendo elegido diputado en tres ocasiones más, y una cuarta como senador, disputando ese distrito al partido conservador.
Aunque ha habido más polémicas aireadas en la prensa entre políticos palentinos ésta, sin embargo, destaca, no sólo por la importancia de los personajes, sino por la duración de la misma y por la utilización de un tema personal como elemento de agresión al contrario, aireándolo a la luz pública, algo muy habitual hoy en día, pero no tanto en aquel momento.
También se puso de manifiesto lo peligroso que era enfrentarse al todopoderoso Abilio Calderón, y hasta qué extremos se podía llegar en la lucha por el poder, denigrando al contrario y publicando en la prensa hasta los detalles más íntimos. La prensa, pagada y sostenida por ambos contendientes, sirvió de altavoz a este choque brutal que, con acierto Jerónimo Arroyo, calificó de ¡sangrienta! ¡dura! ¡formidable! ¡Tiras de pellejo! ¡Girones de honor!
(*) Fco. Javier de la Cruz Macho es Doctor en Historia. fjcruzma@gmail.com
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