Los vecinos de Vertavillo no salen de su asombro. La noticia de la muerte de Amelia Rodríguez y su hija Mari Luz Alejo rompió el miércoles la tranquilidad de esta localidad del Cerrato palentino, ubicada casi en el límite provincial con Valladolid.
El Ayuntamiento ha decretado tres días de luto oficial por la muerte de sus vecinas y las banderas de España y Castilla y León ondean a media asta desde ayer en el balcón del Ayuntamiento en señal de duelo.
Esta tarde, la Corporación se reúne en sesión plenaria ordinaria en la que se tratará lo ocurrido en Abadiño, a cientos de kilómetros de allí, pero que los vecinos de Vertavillo han sentido como propio.
«Seguramente acordemos llevar a cabo algún acto en señal de duelo, aunque quizá lo dejemos para dentro de unos días, para Navidad, porque ahora somos cuatro en el pueblo», comenta el primer edil, Tomás Antón Beltrán.
Aunque el Instituto Nacional de Estadística otorga a Vertavillo un censo de unos 200 habitantes, apenan 80 pasan el invierno en la localidad. Son los de mayor edad o los que aún se dedican a la agricultura y deben cuidar de sus explotaciones. Solo los fines de semana, puentes y vacaciones, el pueblo recobra su ajetreo.
A pesar de que una fría mañana de un jueves de otoño no es el mejor momento para salir a la calle en un pueblo sin demasiadas cosas que hacer, todos los vecinos coinciden en declarar a DP que no dan crédito a lo ocurrido.
Entre los más apenados están Jesús Aragón y Dolores Sardón, familiares de Amelia y su hija. «Estamos muy mal porque no hay palabras para lo que ha ocurrido. No te esperas que pueda ocurrir algo así y cuando escuché sus nombres en el informativo me quedé cortada. Me puse muy nerviosa porque no daba crédito a lo que estaba oyendo», comentan con aflicción.
Jesús y Dolores no encuentran explicaciones ni motivos para la muerte de Amelia y su hija Mari Luz. «Todos los años veranean aquí, vienen todos los hermanos, nos saludamos...», relatan.
Alfredo Alejo y Amelia Rodríguez nacieron, crecieron y se enamoraron en Vertavillo. En el número 1 de la calle Las Chozas, Alfredo, el padre de familia, construyó su hogar, que ayer permanecía cerrado a cal y canto.
Alfredo y Amelia tuvieron siete hijos, cuatro varones y tres mujeres, una de ellas era Mari Luz. Desde el fallecimiento de su padre hace más de un año, los hijos decidieron que el largo y frío invierno del Cerrato no ofrecía las mejores condiciones para que su madre lo afrontara en solitario.
Así, como hacen muchas familias, acordaron con Amelia que pasaría las vacaciones en Vertavillo, pero que el resto del año estaría con sus hijos, unos meses en Valladolid, otros en Burgos, otros en Palencia y otros en Abadiño (Vizcaya). En esta última localidad residía desde hace unos meses.
Tras su marcha de Vertavillo, la casa de dos pisos con una inconfundible fachada de ladrillo marrón había quedado deshabitada. Sólo los meses de verano, la Navidad y algún que otro puente festivo recobraba su ajetreo al reunirse en ella toda la familia.
«Recuerdo haber hablado con Amelia en septiembre, a la puerta de su casa. Era habitual que toda la familia regresase al pueblo en vacaciones, sobre todo en verano», comenta otro vecino de Vertavillo.
«Era una mujer muy conocida y muy buena persona; no tenía problemas con nadie. Por eso sorprende tanto lo que les ha pasado a ella y a su hija», añade.
Casi todos los vecinos coinciden en señalar el cariño y respeto que todo el pueblo profesaba a Amelia y, por extensión, a su familia. «Es que eran gente del pueblo. Quizá si hubiese sido alguien de los que emigraron al País Vasco muy jóvenes y que solo regresan a Vertavillo en vacaciones nos hubiera causado menos impresión, pero Amelia era una de las mujeres más queridas del pueblo», comenta el alcalde.
«No tenía problemas con nadie; todo el mundo se llevaba bien con ella. Eran buenas personas, gente trabajadora, que se hablaba con todos sin excepciones», insiste Tomás Antón.
Incluso Benito Quintairos, el autor confeso de las muertes de Amelia y Mari Luz, yerno y marido de las víctimas, gozaba de buena fama entre los vecinos. «No venía tan a menudo como el resto de la familia, quizá un par de veces al año, pero era una persona que saludaba a todo el mundo», explica el regidor de Vertavillo.
Tomás Antón no quiere especular con los motivos que han llevado a Benito Quintairos a matar a Amelia y Mari Luz. De hecho, nadie en el pueblo asegura que existiese un posible conflicto o desencuentro familiar capaz de desencadenar estos hechos. «Simplemente, ha pasado y en el pueblo no podemos hacer otra cosa que sentirlo mucho», asevera el alcalde.
En principio, Mari Luz descansará en la localidad de Abadiño, pero el cuerpo sin vida de Amelia llegará a Vertavillo mañana sábado para recibir sepultura en el Cementerio Municipal.
Por otra parte, destacar que la Plataforma por los Derechos de las Mujeres de Palencia ha convocado para hoy una concentración de repulsa de la violencia de género. Será a las 13 horas, en la Plaza Mayor de la capital palentina.