La Constitución nos obliga a todos los poderes públicos a proteger los derechos fundamentales de las personas. Tanto el derecho a la vida como el derecho a la integridad física son derechos fundamentales que Tráfico debe intentar proteger todo lo humanamente posible y, a poder ser, con medidas preventivas como la que nos ocupa.
Los principales argumentos que se han oído en contra del casco en ciudad son los tres siguientes; a continuación incluyo mi réplica a cada uno de ellos.
1.- LA EXIGENCIA DEL CASCO REDUCIRÁ EL USO DE LA BICICLETA
Entre los años 80 y 90 nuestra Dirección General impulsó progresivamente el uso del casco a todos los motoristas y a sus acompañantes. En aquellas décadas también se dijo que el casco acabaría con la motocicleta si bien, desde entonces, no ha parado de crecer el parque móvil de motocicletas y el número de motociclistas en toda España.
La exigencia del casco a los ciclistas tampoco frenará su inevitable multiplicación a medio y largo plazo; las ventajas de la bicicleta son mucho más convincentes que la necesidad de proteger nuestra propia cabeza con un ligero casco.
El incremento en la seguridad de los ciclistas hará más atractivo este medio de transporte a toda la sociedad y ello multiplicará su número de nuevos usuarios.
También se ha oído que la exigencia del casco puede hundir los servicios municipales de bicicletas. Lo primero que pienso al oír esta profecía es que hay personas entre nosotros a las que parece importarles más el uso de este servicio, o su balance económico, que la posibilidad de salvarle la vida a un solo ciclista, lo cual me entristece bastante.
Si finalmente esta reforma del Reglamento exige el uso del casco es obvio que estos servicios y sus usuarios tendrán que adaptarse a ello de un modo u otro. Una empresa valenciana ya ha anunciado que en breve va a comercializar un
casco plegable para ciclistas; también está diseñando una máquina expendedora de cascos de alquiler reutilizables; la invención y la iniciativa de los más emprendedores pueden ofrecernos todo tipo de alternativas.
2.-LOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA NO EXIGEN EL CASCO EN CIUDAD
El incremento de las bicicletas en las ciudades españolas es imparable; o mejoramos ya mismo sus normas de seguridad o podremos padecer un incremento de su siniestralidad.
Liderar e innovar las normas de seguridad vial nos permitirá contener y reducir el número de ciclistas siniestrados más y mejor que los países de nuestro entorno.
Dejemos ya de copiar medidas a los países más avanzados; seamos el país más avanzado. El objetivo merece la pena.
3.- EL USO DEL CASO ES INCÓMODO Y DESPEINA
Este argumento lo he oído y leído a más de un representante de los ciclistas españoles en páginas de periódicos nacionales.
Despeinarse o acalorarse un poco en verano puede ser, para algunos, una considerable tragedia; me temo que fracturarse el cráneo en una caída y convertirse en un discapacitado o, incluso, en un fallecido, es una tragedia humana bastante más seria y dolorosa.
Si logramos salvarle la vida a un solo ciclista, tendremos parte del objetivo conseguido.