La arquitectura es un ejemplo más del trabajo que el ser humano ha hecho a lo largo de los siglos para adaptarse al medio y aprovechar todas las posibilidades de sus recursos, de ahí que cada territorio tenga una características propias y lo convierta en un elemento patrimonial de primer nivel y en una seña de identidad por la que apuestan, cada vez más, las nuevas corrientes arquitectónicas como un avance hacia las construcciones sostenible. El ejemplo de estas tendencias ve en Palencia y sus palomares un claro ejemplo de las arquitecturas responsables con el Medio Ambiente.
Elementos como la tierra y la madera, que predominan en el paisaje de esta provincia castellana, que sirvieron para levantar alguna de sus construcciones más singulares son hoy modelo de arquitectos de medio mundo y que está siendo abordado por más de medio millar de expertos en la capital palentina, dentro de un encuentro promovido por la Diputación y el Colegio de Arquitectos de León, cuya presidenta de la delegación palentina, Pilar Díez, destaca la importancia que se ponga sobre la mesa el uso de estos materiales tradicionales.
“Elementos como la tierra, aprovechan la inercia térmica. Son materiales que conservan la temperatura y ayudan a mantener un edificio caliente, por eso no sólo el adobe se usa en los palomares, sino en las bodegas”, subraya Díez quien también apunta que, de hecho, se están construyendo bodegas y almacenes de nueva planta que están apostando por diseños arquitectónicos basados en este tipo de materiales. “Es una hecho que se pone cada vez más de actualidad”.
Es evidente que gran parte de los materiales que se emplean en la construcción se obtienen de la propia tierra como los ladrillos cocidos, bovedillas o bloques de cemento, hormigón, como resultado de procesos industriales que consiguen la transformación del material inicial en otro, mediante un consumo de energía. Todo ello está llevando a muchos arquitectos a incidir en la necesidad de hacer una apuesta por otros materiales que no sean ni tan caros, ni su generación sean tan contaminante, que podrían lograrse retomando procesos tradicionales, desde la innovación, que se pueden ver en muchas de estas construcciones de tierra tan características del paisaje palentino.
Los beneficios que hacen a los expertos apostar por estos materiales se centran también en sus características ecológicas como sus disponibilidad en el lugar donde se va a construir, contribuyendo a reducir la huella de CO2 en este procedimiento al prescindir de un proceso de producción y de un transporte. Sin olvidar que, el barro, tras triturarlo y humedecerlo con agua puede volver a ser reutilizado.
Este avance hace unos procesos más responsables con el Medio Ambiente tiene a Palencia centro en estos días, en el I Encuentro Terra Ibérica que da cita en el salón de actos del Palacio Provincial a una selección de profesionales, bajo el lema “horizonte sostenibilidad”, en torno a temas específicos: arquitectura contemporánea de tierra, diseño de producto y conservación y patrimonio, y el local: Palencia de Tierra.
Avanzar en la conservación
Precisamente, dentro del calendario de puesta en valor de este patrimonio arquitectónico está el avanzar hacia la consecución de una figura de reconocimiento de los palomares que permita difundir y valorar este tipo de arquitectura de tierra que, además, aspira a convertirse en un modelo de construcciones sostenibles. Una construcción que es para una amplio territorio provincial una seña de identidad, algo que también se está poniendo en valor durante estas jornadas.
De hecho, el propio colegio profesional, por medio del trabajo de jóvenes profesionales, se ha desarrollado un proyecto que ha seleccionado nueve municipios, cuyos palomares pueden entenderse como un conjunto relevante, monumental e identificador, cuya desaparición supondría una pérdida irreparable de identidad del propio municipio: Villamartín de Campos, Pedraza de Campos, Torremormojón, Capillas, Guaza de Campos, Frechilla, Támara de Campos, Santoyo y Astudillo. En ello, se han realizado diferentes visitas de trabajo, para realizar estudios arquitectónicos de las cerca de 120 construcciones inventariadas, desde las que se han desarrollado dos rutas diferentes que también aspiran a su puesta en valor como recurso turístico.