No se puede tocar, pero casi. El antiguo poblado de La Poza de Baltanás, uno de los descubrimientos arqueológicos de mayor envergadura que se han realizado en la provincia en los últimos años, ya tiene forma.
Los baltanasiegos están de enhorabuena. Las nuevas tecnologías juegan a su favor.
Gracias a ellas y al trabajo de Sercam se ha podido reconstruir de la forma más fidedigna posible lo que fue en su día un poblado que ocupó una superficie de más de dos hectáreas.
Perspectiva aérea del yacimiento. - Foto: DP El proyecto ha pasado prácticamente desapercibido, de puntillas, y no ha sido hasta ahora, cuando el Ayuntamiento ha impulsado su proyección desde la plataforma digital municipal.
Los arqueólogos han catalogado en La Poza algo más de 500 silos-basureros excavados en el sustrato geológico y casi 800 tumbas, que conforman una necrópolis que se extiende hasta el punto más elevado del terreno, lugar donde se encuentran las estructuras que conforman una iglesia de planta rectangular expoliada (reconstrucción virtual que acompaña esta información).
«En conjunto, todas las estructuras conforman un asentamiento medieval cuyo núcleo central, a partir del cual se desarrolla la vida de la comunidad, es la iglesia», señalan Eva María Martín Rodríguez y Diego San Gregorio Hernández en el artículo donde detallan sus trabajos.
«El edificio que hemos podido registrar no es el primero que se construyó en esta localización. Se han documentado restos de decoración arquitectónica de influencia visigoda, reutilizada», añaden.
Reconocen, no obstante, que son pocos los restos materiales salvados, «apenas unas cerámicas, de época visigoda durante la excavación».
Superpuesto a este edificio, y a inhumaciones antropomorfas en su mayoría, se construye posteriormente el templo cuyos cimientos han sido documentados.
Necrópolis. En torno a la iglesia y dentro de ella se desarrolla una importante necrópolis de más de 700 inhumaciones, «entre las que podemos ver toda una variedad de tipos y formas, como fosas excavadas directamente en el suelo, bien rectangulares o antropomorfas, cubiertas o no por lajas de piedra caliza, cistas de piedra caliza sin trabajar, sarcófagos, trapezoidales y sin decorar», detallan los arqueólogos.
Apuntan Eva María Martín Rodríguez y Diego San Gregorio Hernández que el conjunto antropológico de La Poza es «muy rico en información» ya que se trata de una comunidad completa a lo largo de más de seis siglos. Limitando al oeste con la iglesia y con la necrópolis, se ubica el poblado.
La hipótesis que se maneja es que existiría «desde los primeros momentos de la iglesia primigenia hasta el momento de la destrucción y el abandono de la misma».
De los datos obtenidos, y a tenor de la reconstrucción virtual realizada del poblado baltanasiego, se ha concluido que las viviendas de La Poza eran espacios rectangulares construidos en piedra caliza sin trabajar, trabados con arcilla, sobre los que se recrecen con adobe, organizados en barrios en torno a corrales comunales. Los sobrantes de las cosechas eran almacenados en los silos excavados en el suelo arcilloso, que después eran cubiertos con piedras calizas. Cuando pierden la función de silo, pasan a ser basureros, que es tal y como han sido localizados durante las excavaciones que han permitido determinar que era una comunidad dedicada al cultivo de cereal.
Concluyen Eva María Martín Rodríguez y Diego San Gregorio Hernández que es un «yacimiento complejo, con una vida dilatada, del que, de momento, solo tenemos una visión sesgada, de la necrópolis y la iglesia».