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Implicación. Solicitó a la organización y a los ciudadanos apoyo a esta celebración, «que no es un espectáculo»
En un marco con gran carga sentimental para el propio pregonero, Javier Sánchez dio la bienvenida a la Semana Santa de Palencia de 2014. Su intervención en San Miguel ante cientos de personas fue un recordatorio de lo que y fue la Semana Santa en Palencia cuando él era un niño y lo que es en la actualidad.
«La Semana Santa entonces carecía del interés que hoy tiene, hasta tal punto que apenas se conserva alguna reseña de prensa de aquellos días. Incluso en los setenta estuvo a punto de desaparecer, pero gracias a Martín Ortega Ibáñez, que al frente de un grupo de cofrades puso en marcha la Hermandad de Cofradías, desde ese momento dejó de primar la voluntad individual de aquellos que utilizaban la Semana Santa como medio de reconocimiento personal», afirmó Sánchez.
Sin embargo, no cayó en la autocomplacencia de una celebración, una conmemoración que ha llegado a ser catalogada de Interés Turístico Internacional.
«Que nadie vea en mis palabras nada más que la aspiración de convertirnos en un referente regional, nacional e internacional, siendo necesario para lograrlo la autocrítica, las valoraciones exhaustivas, la rigidez en las tradiciones palentinas y sobre todo el trabajo, el esfuerzo duro y diario. Entre todos podemos conseguir mantener el reconocimiento de Semana Santa de Interés Turístico Internacional», subrayó el pregonero.
En este punto reclamó la implicación no sólo de los que están dentro de la organización y participan de la Semana Santa directamente, sino de los que la rodean. «El público asistente debe contribuir con su silencio y respeto durante el caminar de las procesiones. También los comerciantes se tienen que implicar exhibiendo los valores estéticos mediante la decoración de sus escaparates y colocación de carteles. Y los periodistas e historiadores difundiendo y dando a conocer todos los valores de nuestra Semana Santa», apuntó. «Deseo disfrutar de todas las novedades, de las del año pasado que por culpa de la lluvia no pudimos ver, y también de las de este año». Eso sí, dejó claro que «el desfile procesional es una celebración, no es un espectáculo».
Recuerdos. Javier Sánchez, a lo largo de sus casi 40 minutos de intervención subrayó los cambios que ha sufrido la Semana Santa Palentina. «No me refiero a los cambios de las costumbres que los nuevos tiempos han traído a nuestras calles. Me refiero a los cambios litúrgicos y rituales que se efectúan en el interior de los templos. La liturgia de la Semana Santa se ve ahora más concurrida», al igual que se ha aumentado el esplendor de los desfiles «con una mayor presencia en las calles de las Cofradías, más procesiones, más cofrades, más imágenes».
Poco que ver, confesó Sánchez, con lo que este periodista y director de emisoras de radio palentinas durante varias décadas, vivió en los años 60, cuando abundaban las prohibiciones unidas a la Semana Santa. «Si no querías ir a la cárcel, nuestra profesora doña Marce nos iba diciendo que no podíamos gritar en la calle, cantar, ni jugar al fútbol en la calle... los cines tenían orden de cerrar desde el miércoles hasta el domingo de Resurrección», día en el que la ciudad volvía a la normalidad.
Sin embargo, Javier Sánchez señaló que durante sus años de infancia y juventud «en los que estuve siempre acompañado de buenos vecinos -iglesias y cofradías-», su día preferido de la Semana Santa era el Domingo de Ramos. Jornada en la que «los niños éramos los protagonistas y estrenábamos ropa, para que no nos cortaran las manos». Su lugar preferido, afirmó, para ver las procesiones «era los Cuatro Cantones». «Siempre conseguíamos que don Alejandro nos diese alguna rama de olivo cuyo olor era muy agradable. El Domingo de Ramos todo es alegría, bulla y juego, agitar las palmas y levantar las ramas de olivo. Son gestos, lo de los ramos, que no necesitan mas palabras. Son símbolos de aclamación, hechos desde la alegría y el entusiasmo».
En lo más profundo de su recuerdo mantiene viva, afirmó, la Procesión del Santo Entierro. «Uno de los pasos que más me impresionó fue el Cristo yacente en la urna de cristal escoltado por la Guardia Civil con sus uniformes de gala. Mi mirada siempre se clavaba en esa imagen y yo estaba convencido de que el Cristo al llegar a mi altura me miraba».
Una semana, en realidad 10 días ahora, en los que la ciudad pasa «de la representación del triunfo al fracaso, de las palmas a los azotes, de la fama, de la amistad a la traición, de la serenidad al dolor, de la compañía al abandono, de profeta en su tierra a condena de muerte, y lo que fue símbolo de esclavitud, se convirtió en símbolo de la liberación. En tan poco tiempo, nunca se concentraron tantas pasiones, tan diversas, tan contradictorias».
Para acabar, Javier Sánchez, se atrevió a cantar La saeta de Antonio Machado.
Alcalde y obispo. Por su parte, el alcalde de Palencia, Alfonso Polanco, reconoció que «es posible que haya Semanas Santas en otras ciudades más espectaculares, más bulliciosas o incluso con alguna talla de más categoría artística, pese al inmenso valor de las nuestras; pero dudo mucho, sinceramente, de que haya Semanas que se vivan por sus gentes con mayor autenticidad que la Semana Santa Palentina».
Igualmente, invitó a los presentes y a todos los palentinos por extensión a fomentar «en estas fechas nuestra fe religiosa, que con independencia de contemplar los hermosos y bien cuidados pasos por nuestras calles, sintamos la devoción y el silencio estos días, y todos aquellos que somos creyentes multipliquemos nuestra fe y sea el mejor momento de acercarnos aún más a Dios».
El obispo de la Diócesis de Palencia, Esteban Escudero, agradeció a los cofrades que en una sociedad tan secularizada lleven «sin verguenza por la ciudad símbolos cristianos. Afirmado soy Cristiano, soy de Cristo». Además, el prelado recordó el significado de estos días, desde el pecado de la humanidad, al perdón de Dios.