Las mejoras en el posicionamiento vía satélite que se experimentaron a comienzos del presente milenio, sumado al boom de los teléfonos inteligentes, han dado como resultado una nueva forma de conocer y recorrer mundo: el geocaching. Un juego que bebe de las nuevas tecnologías consistente en geolocalizar una serie de tesoros (denominados popularmente cachés) escondidos en el campo o la ciudad, que los participantes deben esconder o encontrar. Lo que comenzó casi como un experimento de un estadounidense hace veinte años, se ha expandido por todo el planeta, hasta el punto de convertirse en uno de los grandes atractivos turísticos del siglo XXI, con millones de seguidores en los cinco continentes.
Guardo se ha embarcado en esta aventura. Una iniciativa que parte del experimentado montañero Vidal Rioja, que comenzó hace un año a colocar y geoposicionar cachés en los entornos de la localidad.
Doce meses después, la actividad ha resultado ser todo un éxito. Sus 80 tesoros suman decenas de visitas y han brindado la oportunidad a los participantes de adentrarse en algunos de los grandes recursos turísticos de la villa. No faltan el castillo, la Casa Grande, el monte Corcos (que suma una treintena), los Campos de la Peña (donde hay más de 20), el parque Fuentes Carrionas, el paseo junto al río Carrión, la oficina de turismo, la Estación de Ferrocarril o la plaza del Otero. Así hasta completar los 70 escondidos en el casco urbano.
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